¿Por qué será que el poder de cualquier naturaleza obnubila o ciega las mentes y las conciencias de quienes lo poseen? En política, esto es lo que ocurre muchas veces y hasta hace creer que, por tener poder - un poder que se tiene por las circunstancias o por razones legales - hay derecho a sentir y creer que todo el entorno y, más, toda la colectividad a la cual se pertenece, tiene y debe pensar igual, sin diferencia alguna y sin mengua que signifique contradicción o posición diferente.
Falsos criterios que sólo la obcecación puede hacerlos concebir, cuando no se tiene medida en posiciones de soberbia, los problemas adquieren condiciones y características más graves. Lo cierto es que cuando se tiene poder sea político, económico, social o de cualquier naturaleza, éste, el poder, debe crear situaciones o condiciones muy especiales para comprender y hasta justificar lo que otros piensan o sienten porque se entiende que el poder no puede ser egoísta y contrario a los derechos ajenos; al contrario, tiene que estar al servicio de esos derechos.
El referéndum del pasado 21 de febrero, ha creado condiciones en que una buena parte de la colectividad decidió que un artículo de la Constitución no sea reformado; a su vez, otra parte de esa colectividad, votó porque se cambie dicha disposición; pero - como vivimos en democracia - aunque la diferencia es mínima, la misma da el derecho a ser mayoría y, como tal, la otra parte, la que estaba por el cambio, acate lo decidido. Esta variante de posición ha dado lugar a que en ciertos estratos se decida, o tenga la intención de hacerlo, censurar a los que contradijeron en la votación y dijeron no a los cambios. ¿Qué significa ello? Parece que, se cree, absurdamente que hay derechos sobre las conciencias y conviene recordar que el pensar, sentir y creer es facultad personal, propia del pensante y nada ni nadie puede contradecir esa íntima decisión como reflejo de la conciencia.
Votar diferente de lo que piensa, siente y cree el contrario, es un derecho, una cualidad y calidad de vida que nadie puede atropellar o mellar o utilizar en pro o en contra de nadie. Se dice que "quienes habrían votado por el "No" o el "Sí" en el referéndum, merecen ser sancionados". Este decir, absurdo de todos modos, hay que calificarlo como imposible e inútil de cumplir por ser ilegal e injusto, porque no corresponde castigar a quien siente o piensa diferente.
Cada persona al tener cualquier situación no hipoteca su conciencia, no compromete sus creencias, sus pensamientos, ni su derecho a sentir y obrar con su verdad, con la propia conciencia y criterio de lo que cree que debe ser, de lo que concibe en la mente y en el corazón.
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