Desde hace varios años atrás renovar los consejos de administración y vigilancia de las cooperativas telefónicas en varias ciudades del país se ha convertido en un movimiento de influencias especiales entre las que, tal parece, no están ausentes las que buscan predominio político.
Inmediatamente que se emite una convocatoria electoral comienza de manera paralela un inusitado movimiento de personas que con el correr de los días se aclara en el sentido de ciertas aproximaciones particulares o en la muestra de cierta independencia que serviría para hacer prevalecer un programa de cambios en una entidad que se convierte en “botín pirata”.
Seguramente son muchos los ciudadanos que desean servir eficientemente a los socios de la cooperativa telefónica, aportando con esfuerzo, capacidad y honestidad a los fines de mejorar servicios y favorecer a miles de socios.
Por supuesto que no faltarán los “otros”, esos que de algún modo buscan introducirse en la empresa para evitar o “tapar” los actos irregulares de algunos directivos que pasaron por la administración cooperativa dejando una secuela de dudas sobre su gestión y no menos problemas a los sucesores.
Están los candidatos políticos que saben de la importancia de ubicarse en la dirección de una entidad estratégica en el orden de las comunicaciones y en la que hay más de veinte mil accionistas, entre esos muchos aliados partidarios que pueden generar corrientes especiales de opinión y fuerza.
Es increíble el interés que muestran algunos candidatos acudiendo a una serie de elementos “legales”, propios de la manipulación de intereses que buscan posicionamiento bajo cualquier alternativa, sin medir perjuicios y sin cuidar la imagen institucional.
Si hay beneficios económicos al conformar los consejos cooperativos, sí los hay, para empezar las dietas definidas que se convierten en un “buen” ingreso mensual y que se pagan sostenidamente, sin importar las condiciones económicas de la institución. El sistema cooperativo, en alguna cláusula de su “ley interna”, recomienda que los miembros de “los consejos” deban trabajar sin cobrar estipendio alguno.
¿Cuáles son las otras “carnadas” para morder el anzuelo de administrar o vigilar la cooperativa? Para varios puede ser la perspectiva de las licitaciones para compra de equipos al por mayor, para otros el control del sistema telefónico con aviesos intereses políticos, para los menos, buscar que la entidad sirva a los fines de otorgar buenos servicios y con tarifas que estén acorde con la economía regional. Para la gran mayoría de los socios que no participan de las elecciones sólo queda esperar un buen servicio y que se precautele el interés común y solidario en una entidad de servicio comunitario que pertenece a un conglomerado que debe ser respetado.
Ojalá que la suspensión de las elecciones en la Coteor permita soluciones legales y no amañadas, evitando una intervención “cantada” que podría una vez más vulnerar el derecho de los socios a ser libres electores o elegidos, pero bajo limpias reglas de juego.
Fuente: LA PATRIA
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