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Invitado


Domingo 13 de marzo de 2016

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Cultural El Duende

Adhemar Uyuni

13 mar 2016

Adhemar Uyuni Aguirre. Oruro, 1954 - Cochabamba, 1998. Escritor de alta vocación poética y crítica, durante su estadía en España colaboró frecuentemente con revistas literarias de ese país y de Bolivia. Fue un reconocido melómano y amante de la buena charla y la tertulia. Poemarios: La sombra y el espejo (1975-1980), Del fuego blanco (1987- 1992), Nocturno del jardín (1995) y Manauh (2016).

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II

Fue la soledad melancólica ávida y trémula

Fortuna silenciosa talada en el desierto

La blancura pálida del gélido

despertar tocando el hielo

Pájaro vidente sepultado en la nieve

Pero a ti llego de mis confines destierros

Como los vivos que paso a paso caminan

Hacia los pasos abandonados de los muertos

Este vegetal terrible que llorando dejo en tus manos

Es un puente construido en medio del barranco

Una barca cuando la tarde llega

despliega sus arduas velas

Se aleja sin decir adiós

como si fuera lo último que deja el verano

Llego a ti de mis confines destierros

Esta tristeza es una noche de otoño

Caída bajo las hojas de un árbol

No temas llamaré tres veces a tu puerta

Sin atreverme a dar el primer corto paso

Un relámpago nace herido en el espejo

Estalla en la oscuridad

Desaparece luego como un pez plateado

Si tienes un sueño empieza a contarlo

Igual que estas trastornadas estrellas

Que de mis ojos sobre la mesa caen

Cerca a la ventana desnudo tu cuerpo

Como la noche henchida que impide ver tu rostro

A tientas desnudo tu cuerpo desnudo en mis brazos

Mis manos ciegas alzan vuelo

después de tocar tus labios

A tientas extiendo una larga nube

sobre tu pecho mojado

Un niño descalzo atraviesa la urbe dormida

Lleva prendido oro eterno en su cántaro de barro

V

Mientras ella habita sus días en un barco

?l mira temblar la tierra como un pez sin agua.

Ella se aleja en el barco, el barco vuela

El espera una relojería mirando las estrellas con fijeza.

Ella navega guiada por esas mismas estrellas

?l es un árbol caído con la realidad del sueño.

Ella llega a las islas, desembarca, llueve

?l es un marino bajo el mar dibuja el zodiaco.

Ella camina sobre la playa, la playa es de humo

?l reverbera como luna que ha caído sobre las aguas.

Ella en la isla busca su yo desconocido:

su realidad, su mirada

?l, que no tiene resonancia, habla y sueña caminando.

Ella retorna, sopla las velas del barco, regresa

?l espera y se espera sabe que la luna llegará con ella.

Ella mira a través de lo mirado

?l nieva y la oye llegar a través de tantos adioses

Y mientras ella sonríe sus soledades hasta el arroyo

?l detiene la correspondencia y la lista de invitados.

VIII

Sin agonías

Lo que tengo

No alcanza para ofrecer a nadie

Soy mendigo de-mi-mis-mo.

La fractura de los días

Las aves retornando del exilio marino

Nieve y fuego en cada una de tus manos

Sin cristales contemplo mis sueños

Desnudo quiero adquirir

Lo tuyo y lo mío

Que sin embargo es nuestro.

Continúa tu presencia en el sueño

Te ofrezco secretos

Historias que nadie sabe

Ni yo mismo puedo recordar

Si alguien te contó lo que te cuento

No finalizo

Búscame en el próximo movimiento

Asistimos al comienzo.

XII

Vengo de las flores que un día vieron pasar

mi sombra ojerosa desterrada en el hastío

Y estoy aquí, rodeado de ojos,

Hay perlas en el corazón de la noche.

Olvido. Soy cálculo o azar? Recuerda

Tu voz se apaga mientras tañen campanas negras

La niebla enmudece el quejido de la luna

El viento sopla en palacios vacíos

Tras el cristal tus alas son de nieve

Agua violeta cae de tu boca -Después de mí

llegarán bandejas y bandejas llenas de estrellas.

XX

Al amanecer más altos que yo relampaguearon

Entre sombras que como fieles guardianes me rodean

Yo que no tuve desaliño alguno

Y tuve una visión cuya memoria es el infinito

Tengo que levantar mis propias piedras

Y destrozarme mis ojos oídos y labios

Estación nocturna que habla por mi sueño

Frente el roto espejo que olvida rostros que vio

En sal y sangre levanto tristes desfallecimientos

Pido simplemente que el sueño del futuro

Desenmascare su gran mentira lo que nos usurparon

Y cambiado quieren depositar y devolvernos

Nadie levante la voz contra lo sucedido

Fuimos nosotros mismos el despertar que seremos

Y esto que hoy sin pensarlo y para siempre nos aleja

Es la verdad que desentierra el rostro que no vemos

Fui asesinado por mis propios hijos.

XXIII

Por qué a medianoche el traqueteo de los trenes

Que en la plaza se embarrancan

Suena al oído taciturno como la soledad

El eco que no pregunta ni responde

Soy yo el que hunde los dedos en el espejo

?yeme girar alrededor de mis palabras inconclusas

Qué sucede cuando quiero asir mi sombra y no hay

La ciudad deambula estremecida

como una mujer desnuda

Un grito sórdido desatado lleva dentro el pecho

El cielo oscuro desdibuja las formas de mi cara

Despertar mañana para dirigirse hacia dónde

A que techos esperanzados que esperan nevados

A qué tibieza cálida de brazos

que puedan cobijarnos

Tengo sed

Mis manos levantan agua del rio

El rio no existe

Abro la boca y voy a beber

El sueño humilde humildemente me abandona

¿Porqué esperar? ¿A quién esperar?

La ciudad es un bosque de árboles desconocidos

Una luz borrosa

Calles incandescentes que al primer paso arden

Mi cuerpo esperando a mi cuerpo

Un canto triste para rejuvenecer hacia la aurora

Una lágrima derramada

en la alegría de cualquier rostro

Acaso este caminar no es un dormir para siempre?

Quién habla de muerte si no es así: fui quien soy

Mutismo

Proseguir entre soles rojos sangrados

Uno frente al otro caminar

Proseguir en silencio silenciosamente

Habitar la última morada

donde poder abandonar nuestra imagen

Cada vez que vuelvo los ojos hacia ti

Una lluvia de pétalos cae

sobre la arena del sol desierto.

Para tus amigos: