Una oportunidad para las universidades bolivianas

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La educación es considerada como un elemento importante en el desarrollo económico de un Estado (Sen, 2000; PNUD, 2001; Stiglitz, 2012); a lo largo de la historia, la educación ha marcado el ritmo y los niveles de crecimiento económico en los países (Bonnet et al, 2014; Sala-i-Martin (2006), y en esa medida, permitió alcanzar estándares de calidad aceptables, y en otros casos, niveles de vida muy precarios (Alburquerque, 2009). Por tanto, las políticas públicas orientadas al sector educativo influyeron sin duda, a lo largo de la historia, en la profundización, cambios y reformas estructurales de los sistemas educativos y sus modelos económicos según su contexto, necesidad u oportunidad de cada país y de las sociedades en su conjunto.

Así, la experiencia de integración europea actualmente se constituye en el modelo más significativo y trascendente a nivel regional, cuya experiencia podría coadyuvar y ayudar en la formación de espacios de integración, aunque presenta ciertas debilidades institucionales, pero no le quita los resultados y éxitos alcanzados desde su implantación. Esta integración se inicia en la década de los cincuenta a través del tratado del acero y carbón, desde su creación fueron alimentando el modelo a través del establecimiento de varios programas y proyectos dirigidos a consolidar la cohesión social y económica de los estados miembros. La integración fue de manera pacífica y voluntaria hasta conformar la Unión Europea (UE).

Aunque se han producido avances significativos en la dimensión política del proceso de integración europea, la dimensión económica ha sido la dominante. Sin embargo, en los últimos veinte años, desde la Comisión Europea han planteado diversos proyectos agresivos en materia de integración a partir de la educación superior, algunos de los proyectos fueron implantados con mucho éxito, es el caso del Plan de Bolonia, ¿pero en qué consiste este plan? En 1998, en la Universidad de La Sorbona, los ministros de Educación de Francia, Alemania, Italia y Reino Unido firman un acuerdo de colaboración para armonizar los estudios superiores. Un año después ese pacto se extendió a 25 países, y la firma del documento se conoce como la declaración de Bolonia. Actualmente, el Proceso de Bolonia constituye una reforma de los sistemas de Educación Superior en 29 países de la UE, y se conforma el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), y partir de este espacio, se crea un Marco Común de Enseñanza Superior en Europa. En ella se establecen los principales objetivos orientados a la consecución de una homologación de la enseñanza superior europea con el objetivo de fomentar la libre circulación de estudiantes y aumentar el atractivo internacional de la educación europea; además el sistema busca uniformar y alinear a la universidad europea con la vida empresarial y reformular el paradigma de los estudios superiores para facilitar la empleabilidad de los estudiantes. Así, el EEES es un ámbito de integración y cooperación de los sistemas de Educación Superior, en un escenario unificado de niveles de enseñanza en todo el continente, que permite la acreditación y movilidad de estudiantes, Profesores y trabajadores por todo el territorio europeo.

La Declaración de Bolonia se puede resumir en los siguientes planteamientos: establece el sistema de enseñanza de acuerdo a tres niveles, un primer nivel de formación a nivel de grado que capacita para el acceso al mercado laboral; un segundo nivel, dirigido a la obtención del título de Máster y un Tercer nivel dirigido a la obtención del título de Doctorado, donde el segundo y tercer nivel garantiza una formación con mayor grado de especialización. Así también establece un sistema común de créditos que permita garantizar la formación profesional fomentando la movilidad de estudiantes y profesores dentro del EEES. Finalmente, promueve la cooperación europea para garantizar la calidad de los estudios superiores de acuerdo a criterios equiparables como ser los créditos ECTS (European Credit Transfer System) en toda la UE y su respectiva homologación y validez en el espacio europeo.

En América Latina, existen varias experiencias de integración regional, cuyos bloques económicos se constituyen en base a acuerdos comerciales, principalmente; sin embargo, estos en su mayoría fueron endebles y que finalmente terminaron disolviéndose producto de una falta de planificación y organización interna de los países miembros. Se pueden citar algunas experiencias positivas como el Mercado Común del Sur (Mercosur), que tiene como objetivo propiciar un espacio común que genere oportunidades comerciales y de inversiones a través de la integración competitiva de las economías nacionales al mercado internacional. Como resultado de este acuerdo regional integrado por Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, al cual, en fases posteriores, se incorporan Venezuela y Bolivia, el bloque ha establecido múltiples acuerdos otorgándoles preferencias arancelarias y comerciales y no fue precisamente el componente educativo, un aspecto central de la integración.

Los países que integran el bloque, a fecha de hoy, han realizado importantes esfuerzos en procura de mejorar la calidad de los sistemas de innovación tecnológica, comercial y educativa. En esto último, el Mercosur ha implementado un conjunto de acciones conocidas como el Plan de Acción del Sector Educativo en cinco lineamientos: contribuir a la integración regional acordando y ejecutando políticas educativas que promuevan una ciudadanía regional, una cultura de paz y el respeto a la democracia, a los derechos humanos y al medio ambiente; promover la educación de calidad para todos como factor de inclusión social, de desarrollo humano y productivo; promover la cooperación solidaria y el intercambio, para la mejora de los sistemas educativos; incentivar y fortalecer los programas de movilidad de estudiantes, pasantes, docentes, investigadores, gestores, directores y profesionales que articulen la educación como un proceso de integración del Mercosur.

Por otra parte, la Comunidad Andina de Naciones creada en 26 de mayo de 1969, cuyos objetivos están centrados en la creación de una zona libre de comercio, arancel externo común, normas sanitarias, instrumentos aduaneros y la liberalización del comercio y servicios. En los aspectos educativos no tuvieron avances significativos debido a la coyuntura institucional y económica que atravesaron los países que integran el bloque, tímidamente establecieron acuerdos para impulsar programas de fortalecimiento de la educación superior a través de la creación de Centros de investigación y la Universidad Andina, que permitieron intercambiar experiencias y el fortalecimiento de los Programas de Postgrado. En términos de resultados, señalan ex autoridades de esta universidad, habrían cubierto las expectativas y objetivos planteados en la implementación de programas postgraduales.

Es importante destacar, otras experiencias positivas que se gestaron en el núcleo universitario de las Universidades de Sudamérica, como la organización del Consejo de Rectores para la Integración de la Subregión Centro Oeste de Sudamérica (Criscos), éste es un organismo sin fines de lucro, dedicado por completo a la búsqueda de la integración y colaboración interuniversitaria de los países participantes, Argentina, Paraguay, Chile, Perú y Bolivia, representadas por sus respectivos Rectores. Su objetivo es profundizar la integración de los países de Sudamérica a partir de la Educación Superior, de esta forma, alcanzar y ampliar las bases de la cooperación académica, científico tecnológica y cultural entre las universidades ubicadas en la referida zona geográfica, y por otro lado, impulsar los esfuerzos de las universidades participantes hacia la convergencia y armonización de sus planes de estudios, lo que no necesariamente implica una identidad de contenidos, pero sí un acercamiento sustantivo que permita en el tiempo, acreditar la formación de alumnos que egresen de las universidades de la región. Como experiencias concretas, se cuenta con el intercambio y/o estancias de alumnos (conocido como las becas Criscos) en la universidades que integran el acuerdo, estos pueden cursar hasta un semestre académico y luego solicitar su convalidación en su universidad de origen; y en su segunda fase, se implementará la movilidad docente que es un proyecto a corto plazo. Sin duda, esta experiencia de movilidad estudiantil y docente permite crear espacios de formación e intercambio de conocimientos y experiencias que coadyuven en la mejora de los procesos educativos. Y, por supuesto en la integración universitaria regional.

Los antecedentes descritos respecto a las experiencias, permite señalar que las distintas etapas y experiencias de integración regional a partir de la educación superior, ha pasado de ser prácticamente inexistente en un determinado periodo de la historia, a tener una cierta consideración en la época más reciente. No obstante, aún es patente el hecho de que no se pretende alcanzar, al menos por el momento, una convergencia educativa del mismo tipo a la que se persigue en materia económica en los procesos de integración regional, tanto en Europa y América Latina.

En consecuencia, las Universidades bolivianas deben ser conscientes en aprovechar estos espacios de integración, e involucrarse en los procesos y su externalización, esta experiencia le permitirá a la universidad boliviana, jugar un papel determinante en la formación de profesionales a nivel de pregrado y postgrado; además, que le permitirá a la Universidad Técnica de Oruro, dar un salto cualitativo y cuantitativo importante y consecuentemente, mejorarán los procesos educativos y el fortalecimiento institucional que mucha falta nos hace, hoy por hoy. Por tanto, la integración educativa, debe ser un concepto y una oportunidad a considerar y aplicar en el modelo de la Educación Superior en Bolivia.