La polÃtica en su mirada más sofisticada, la de los grandes pensadores griegos, se refiere a la más noble de las actividades humanas. No en vano de lo que se trata es de ocuparse de los asuntos de la sociedad, de contribuir desde el servicio al mejor funcionamiento de una comunidad, de administrar, organizar y dirigir sus activos materiales y espirituales en busca del bienestar de todos.
La libertad consolida lo evidente, nuestra naturaleza refleja exactamente nuestra razón y nuestra emoción. Es posible que un proyecto polÃtico tenga un vigor tal que resista en el tiempo, nunca de manera perpetua, pero sà por periodos considerables, siempre que sea concebido como un esfuerzo colectivo. Pero aún sobre ese supuesto debemos admitir que el cambio es necesario, lo es incluso para aquellos que creen haberlo encarnado mejor que nadie en la historia. Todo proyecto humano se desgasta, se degrada, pierde impulso, envejece, es parte Ãntima de lo que somos como especie, es -mientras no se demuestre lo contrario- la raÃz del sentido de la vida, nacer y morir. Todo aquello que tiene una raÃz humana nace y muere. Incluso los valores que nos acompañan por siglos y milenios, han requerido de momentos de transformación, adaptación y adecuación a los nuevos tiempos. Lo inmanente requiere de una lectura adecuada al momento y debe siempre reelaborarse.
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