No debe haber peor arrepentimiento que el que llega con la resaca, esa sensación de vacÃo y culpa, con el golpe de pecho que no tiene pausa mientras se piensa en el ¿cómo pude ser capaz de hacer lo que hice?, y es justo lo que el admirado Capitán Fuentes se preguntaba mientras su fraterno camarada yacÃa en sus brazos casi agonizante, con la espalda destrozada y sus ojos reclamando por el negro futuro que les esperaba a partir de ese momento.
AsÃ, entre música fuerte, humo denso de tabaco, olor a perfume barato y alcohol, el alboroto de mujeres de alquiler que los habÃan estado alegrando hasta hace poco y ebrios parroquianos que minutos antes buscaban alquilar aprecio y placer, terminaba el misterio que durante un año habÃa ocupado los titulares de los diarios, el chimento delirante de la población pero sobre todo, la desesperada cabeza de las autoridades policiales que durante doce años, no pudieron dar con los autores del hasta ese momento, mayor atraco de la historia republicana.
2.800.000.000 bolivianos, fueron robados de una remesa minera, mientras esta era trasladada desde La Paz, rumbo a Catavi y Siglo XX. Para el año 1961 en que se llevó a cabo este criminal golpe, su cambio llegaba a un poco más de cuarto millón de dólares, pero para entonces su poder adquisitivo estaba alrededor de los 3 millardos de la moneda americana.
Para su objetivo, quizás porque estaba planificado, o tal vez porque los nervios les jugaron en contra, o alguna de las vÃctimas reconoció a sus victimarios, por lo que fuere, eliminaron a los tres viajantes, el habilitado, el chofer y un guardia, cuyos cuerpos estaban en el camino, uno de ellos, alejado del lugar del golpe, sobre la carretera a Oruro a la altura de la comunidad de Calamarca.
Mi madre solÃa decir, dos cosas en esta vida no se pueden esconder, el amor y el dinero. Y asà es, pues luego de hacer un vago conteo del dinero y una repartija preliminar y esconder todo el resto, hicieron el compromiso de reunirse dentro de un año y hacer el reparto final. Mientras tanto, no deberÃan hacer gastos onerosos ni hablar nada, puesto que con una policÃa sin pista alguna y con el mismo autor a la cabeza de las investigaciones, ningún viento podÃa soplar más favorable para ellos. Si algo podÃa salir mal, ese algo estaba exclusivamente en sus manos.
HabÃa demasiada información suelta, sólo faltaba atar cabos, y las confesiones respectivas, una reyerta entre los hermanos en una casa de citas terminó en un disparo que luego de la detención dio pie a los arrestos, se encontró lo que quedaba de los botines y por último con el esclarecimiento del hecho. La historia de cómo estos bandidos vivieron en la cárcel es digna de otra narrativa y peor aún de la muerte del capitán. Pero lo que trajo como uno de muchos resultados es un horrible estigma sobra toda la institución. El mote de Calamarqueños fue una cicatriz difÃcil de borrar del rostro de la noble institución que no siempre tiene entre sus miembros a los mejores ciudadanos.
Muchos otros hicieron lo posible por hacer quedar mal su uniforme. El Coronel Blas Valencia, el General Valencia y muchos otros de una u otra forma mancharon de mil maneras su uniforme, al extremo que hoy en dÃa hay como cinco Generales en prisión por diversos motivos, hombres que llegaron al zenit de su carrera pero la enlodaron de corrupción.
Hace pocos dÃas una balacera terminó con la muerte de cuatro súbditos extranjeros dedicados a los peores crÃmenes y que probablemente encontraron el final que siempre buscaron dedicándose a su oficio con esmero. Sin embargo, nuestra Constitución y nuestras leyes apuntan a que ese tipo de finales sólo puede darse cuando quienes delinquen, obligan a los uniformados a usar su armamento reglamentario.
Una serie de imágenes y declaraciones dejan un mar de dudas en cuanto al correcto accionar de la policÃa, y peor aún, las fotos de la movilidad y la forma en que recibieron los impactos de bala, y la falta de disparos sobre las movilidades de la fuerza policial.
Deseo de corazón que todo sea como dijeron los informes policiales y no que dentro de poco o mucho, salgan a la luz verdades que deterioren aún más la ya muy desgastada imagen de nuestra PolicÃa Nacional.
(*) Es paceño, stronguista y liberal
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