Miercoles 09 de marzo de 2016
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La visita que realizó el Papa Francisco a México, ha mostrado las angustias y preocupaciones del Vicario de Cristo por lo que pasa en el mundo que, en muchos aspectos, vive separado de virtudes y valores que pueden y deben hacer la felicidad del ser humano: maltrato a los derechos humanos, injusticias sociales de toda laya, adhesión de mucha juventud a prácticas hedonistas, graves problemas contra la vida por parte del narcotráfico y consumo de drogas, inseguridad en ciudades y pueblos debidos al vandalismo, injusta administración de justicia, condiciones pésimas de vida en recintos carcelarios, no inserción en la sociedad de presos, el contrabando y la corrupción son algunos de los temas que ha tocado en su visita al país azteca.
La verdad es que todos los papas, especialmente desde Juan XXIII, cada uno de ellos ha sembrado personalmente el Evangelio de Jesús y los principios morales y religiosos de la Biblia y ha mostrado la necesidad de vivir conforme a esos textos si se quiere alcanzar no sólo la vida eterna sino que la vida presente sea llevadera y alejada de males morales y materiales que desconocen los derechos consagrados por Dios y que el hombre, atenido a su soberbia, ha convertido en vocación por el armamentismo, el hedonismo, las guerras y confrontaciones que ponen en serio peligro lo alcanzado por la humanidad en beneficio del bien común.