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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Mentiras casi pornográficas - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Eran las 2 de la mañana del sábado 17 de junio de 1972, cuando el movimiento de unas luces sospechosas al interior de unas oficinas en un complejo de edificios alertó al joven vigilante, quien temiendo se tratase de unos ladrones, llamó a la Policía. ?sta, al darse cuenta que la dirección que reportaba este vigilante fisgón era el complejo Watergate, y que las oficinas a las que referiría eran nada menos que la sede del Partido Demócrata, dio la alerta del Buró Federal de Investigaciones (FBI), que envió a un grupo de hombres, los que al cruzar la puerta, se dieron cara a cara con cinco hombres a los que arrestaron y llevaron a sus oficinas para las pesquisas correspondientes.
Lo que estos hombres acababan de destapar, fue uno de los escándalos político mediáticos más grandes de la historia y terminaría con la única dimisión, en la historia, del presidente de los Estados Unidos de América.
Estos cinco arrestados, eran agentes pertenecientes a un grupo de élite de la más importante oficina de investigaciones federales del país americano, y estaban bajo el mando de James McCord que era el director de Seguridad del Comité para la reelección de Nixon, y en su currículum tenía cargos tanto en el FBI como en la CIA, además de la jefatura de seguridad de lugares muy importantes como el cuartel de Langley por ejemplo, en resumen, estos oficiales habían arrestado a uno de los hombres más pesados en cuestión de seguridad y muy allegado al entonces presidente, Richard Nixon.
Pero, ¿qué hacían estos cinco agentes a oscuras en las oficinas del Partido Demócrata siendo ellos republicanos?, fácil, espiaban. Simplemente hacían una más de las tareas más comunes de la historia y que se seguirán haciendo hasta que el mundo acabe, sólo que ellos llevaban a cabo esta tarea desde hace mucho tiempo a órdenes de altos mandos de gobierno. Husmear entre los pasillos, papeles, personas y llamadas del rival político, obviamente para obtener información de primera mano, procesarla, sacar ventaja política y estratégica. ¿Le suena conocido?
Luego de las primeras pesquisas investigativas, empezaron a embarrarse las cosas cada vez más, uno fue involucrando a otro, cada quien trataba de deslindar responsabilidades, o desconociendo lo que pasaba o atribuyendo sus actividades a la pura y simple obediencia de órdenes, sin análisis ni deducción de lo cometido, pero casi siempre (sólo casi), haciendo lo posible para que todos tomen en cuenta su lealtad inquebrantable a la causa, cualquiera que ésta fuere.
Pero, la parte verdaderamente interesante, inescrupulosa, sin medida ni clemencia y dotada de una curiosidad superior a la de cualquier fiscal incorruptible estuvo a cargo no de las autoridades encargadas por Ley, sino más bien de los seres más abominables del planeta a la hora de hurgar en la vida de la gente. Exacto, como usted ya sabía, de dos periodistas, que con mucha habilidad pero sobre todo con la ayuda de un buzo, que recibió el sobre nombre de una famosa película porno de aquella década, pusieron de cabeza al gobierno y la sociedad americana.
"Garganta Profunda", que fue como llamaron a Mark Felt, un ex funcionario del FBI que con mucho valor y coraje supo guardar su anonimato por 30 años, hasta que decidió salir a luz el año 2005, cansado de tanta podredumbre al interior de esta oficina de investigaciones y colaborado por la enorme de red de contactos tanto en la CIA, en el FBI, como en otras dependencias del Estado, pudo dar a Bob Woodward y Carl Bernstein, ambos del Washington Post, todos los datos necesarios para que los hilos investigativos toquen la puerta de los principales asesores del presidente. H. R. Haldeman y John Ehrlichman, con el respaldo del mismo Nixon. Poco después se descubrió que los cinco asaltantes del edificio Watergate fueron contratados y pagados de manera secreta por Howard Hunt y Gordon Liddy, lo que ya hacía casi imposible poder deslindar responsabilidades en el primer hombre del país más poderoso del mundo.
Aunque éste, viéndose acorralado, y todavía confiado no sólo en su suerte sino en la lealtad de sus hombres hizo lo que todo buen político debe hacer en un momento como ese, salir al frente, dar la cara la pueblo, hablarle de frente y sobre todo mentirle. Eso mismo hizo, le mintió y le dijo a todo un país ansioso por la verdad (que como siempre ya la sabía o por lo menos la sospechaba) que él no tenía nada que ver con las grabaciones y que estaba limpio.
Pero no es que la mentira tenga patas cortas, las tiene normales, lo que no tiene es brújula y no sabe para dónde corre y a veces vuelve al mismo lugar donde partió, y como en el transcurso, para sostener una mentira no queda otra que seguir mintiendo, cuando se vuelve a la primera falsedad, uno ya ni se acuerda por qué dijo la primera.
La cosa es que cuando el Congreso le pidió a Nixon que presente las grabaciones, primero no quiso chicaneando con sus atribuciones, cuando se lo pidieron a la Corte de Justicia, no tuvo mejor recurso que despedir al Procurador y al Fiscal y así embromar las cosas cada vez más.
La Corte Superior le ordenó que presente las cintas y en un último artilugio y pataleo de ahogado lo hizo borrando como media hora, haciendo pecar a su misma secretaria, inventando una historia ya tan ridícula que casi la meten presa a ella más, de manera que cuando ya no pudo más y su destino estuvo al borde de que lo destituyan como mandatario, tuvo que resignar su cargo y así convertirse en el primer hombre a la cabeza de Estados Unidos en salir por sus propios medios antes de tiempo.
¿Esta historia le parece "cara conocida"?, claro que sí, la hemos visto y oído tantas veces por estos lares, que cuando pensamos que este hombre de peculiar nariz, tuvo que dejar la Casa Blanca, dificulta creer que lo que le costó el cargo no fue tanto el espiar a sus rivales, seguramente ello le hubiera costado la popularidad, lo que le costó la pega fue mentir, ese es un lujo que no debería darse nadie, pero sobre todo, jamás un hombre que debe tener siempre, pero siempre la verdad entre los labios, o por lo menos, una mentira incapaz de volverse verdad, bajo ninguna circunstancia.
El Gobierno boliviano atraviesa en el momento, por una candente situación que ha empezado como una declaración periodística y ha terminado convirtiéndose en una burda novela que supera apenas a la peor de las versiones de Corín Tellado. Todo por culpa de mentir de entrada y cubrir esa mentira con otra, y luego otra y luego otra peor. Y en este caso el problema ya no radica tanto en la mentira, pues a diferencia de aquella de 1973, nuestro mitómano gobierno nos tiene ya acostumbrados a vivir en una isla de la fantasía, sino en que la calidad de las mismas ya linda en lo absurdo, pues las lanzan al aire pensando que chupamos clavos y que no tenemos la facultad de pensar por nuestros propios medios, pues ellos nos hacen el favor de entender la realidad por nosotros.
¿Cómo terminará todo esto?, no tengo la menor idea, pero de que en esta historia también hay una "garganta profunda", de eso no me cabe la menor duda.
(*) Paceño, stronguista y liberal
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