Viernes 04 de marzo de 2016
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Una serie de planes fluyen con entusiasmo en el criterio de algunas autoridades del sector minero, indudablemente con muy buenas intenciones pero que deben ser parte de una estrategia que tiene un principio y un fin.
El caso que nos ocupa está relacionado con la Corporación Minera de Bolivia, la Comibol, otrora la empresa más fuerte de algunos gobiernos, dadas las características de esos tiempos pasados cuando la minera estatal controlaba el importante sistema productivo y comercial de la minería nacional, tuvo su buen tiempo en la generación de recursos para el Estado, durante periodos de auge en los precios de minerales, pero también soportó estrepitosas caídas durante el cambio de "ciclos", cuando se derrumbaron los precios y se llegó al cierre de muchas minas y al despido masivo de trabajadores, bajo el argumento de la "relocalización", un procedimiento que no funcionó y se consolidó como un despido masivo de mineros, aunque se pagaron beneficios y algún bono extraordinario que permitió a muchos mineros cambiar su rubro de actividad.
Para el tiempo presente cuando la minería atraviesa por otro periodo cíclico en materia de precios, aunque en este caso por condiciones generadas en intereses de competencia industrial de potencias y una declinación en la economía de la China, uno de los países que compraba nuestras materias primas en cantidad, concentrados de minerales y que no lo hace ahora, obliga a tomar decisiones especiales para contrarrestar los efectos de esa depresión económica.