Un hombre atropelló a una persona y un vecino lo vio todo desde su ventana. Tras morir el atropellado, el hombre fue a juicio y el vecino fue el testigo de cargo. ¿Qué diría usted si el acusado se convertiría en acusador para acusar al vecino de haber montado una conspiración cuyo resultado fue la muerte del atropellado? La sola idea es descabellada pero eso es lo que ahora estamos viendo en Bolivia: un hombre embarazó a una mujer y las consecuencias de ese hecho devinieron en cuestiones de Estado pero el Gobierno pretende que los culpables sean quienes informan del hecho. En el ejemplo, nada hubiera pasado si el hombre no atropellaba y causaba la muerte de la otra persona y, en el caso de Bolivia, nada hubiera pasado si el hombre no embarazaba a la mujer. Sencillo. Empero, en el juego político, las cosas no sólo son más complicadas sino, además, sórdidas.
El culebrón del que ahora todos somos testigos es una enredadera en la que el MAS se enreda más con cada movimiento. Se complicaría menos si no mintiera más pero eso es algo que el partido en función de gobierno no puede entender por qué, desde que asumió el poder, es víctima de sus SS.
Y no me refiero a sus "Sectores Sociales", que cada vez se parecen más a las Schutzstaffel de Hitler, sino a la "Soberbia" y "Sordera" que caracterizan a esta administración.
El MAS se ensoberbeció cuando Evo asumió la presidencia y, de inicio, se planteó el objetivo de gobernar por 50 años. Su intención no era descabellada porque tenía las condiciones para hacerlo. El problema es que, contrariamente a lo que proclamó, gobernó sin escuchar al pueblo.
El ejemplo que más conozco es el de Potosí. Cuando el Comité Cívico Potosinista (Comcipo) le pidió atender un pliego petitorio de seis puntos, el Gobierno no quiso dialogar y provocó un paro de 19 días. Cinco años después, Comcipo volvió a plantear su pliego y el Gobierno tampoco quiso dialogar. Se desató entonces un paro de 27 días. He ahí la sordera.
Y la soberbia y la sordera no solo se manifestaron en el caso de Potosí. Recién nomás, los transportistas "pesados", que, para más datos, son (¿eran?) aliados del Gobierno, pidieron dialogar para hablar sobre temas tributarios y la posibilidad fue negada rotundamente. Vino, entonces, un paro que perjudicó a la mayoría de la población boliviana.
Si el Gobierno fuera menos soberbio y escucharía más, atendería los consejos de quienes creen que es mejor que no se complique tanto en el culebrón que avergüenza a todo un país.
Los gobernantes que dicen la verdad pueden esperar indulgencia de sus gobernados ante sus errores. Los que mienten para taparlos, como Clinton en el famoso caso Lewinsky, pierden confianza y no la recuperan nunca más.
(*) Premio Nacional en Historia del Periodismo
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