Lunes 29 de febrero de 2016

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No es lo mismo odio, que ira. La ira es una emoción pasajera, una alteración momentánea que lleva a una persona a perder el dominio de sà misma. El odio, sin embargo, es un sentimiento duradero de aversión muy difÃcil de superar.
El odio nace del resentimiento. Surge de la necesidad de decir algo que nunca se ha sabido cómo expresar. Este sentimiento irracional, hace creer a quien lo sufre, que perjudica a quien lo provocó, pero la realidad es bien distinta. El odio solo perjudica al que odia.
Hay expertos que califican este sentimiento de patologÃa. Porque el odio puede llegar a ser una enfermedad y no solo un sÃntoma. En el Laboratorio de NeurobiologÃa del University College de Londres, se descubrió que cuando uno odia, se activa la zona central del cerebro. Esto conlleva malestar fÃsico que se puede expresar en presión sanguÃnea y ritmo cardiaco elevados, además de aumentar las posibilidades de sufrir un ataque o alguna enfermedad de miocardio. Todo esto proviene de la relación entre el cuerpo y la mente, ya que cuando se experimentan distintas emociones, se liberan hormonas o sustancias como adrenalina, cortisol o prolactina. Y cuando la emoción se convierte en sentimiento, se liberan estas sustancias en mayores dosis y más tiempo, lo que según Robert Ader, investigador de la Facultad de Medicina y OdontologÃa de Rochester, provoca más daños al sistema al organismo.