El fenómeno de El Niño que reaparece con fuerza en el país, ha creado condiciones de emergencia tanto en el Oriente donde las inundaciones han ocasionado serios daños, como en el Occidente donde el problema exactamente contrario es la sequía que produjo pérdidas entre agricultores, pescadores y ganaderos, lamentándose incluso la desaparición del Lago Poopó. Dos extremos con perjuicios muy marcados para buen número de bolivianos.
En el caso de la zona occidental, han tenido que activarse las alarmas de emergencia, debido a los daños de la falta de agua, lluvias esporádicas y la imposibilidad de "recargar el lago" que era fuente de vida para una fauna de varias especies, como para la subsistencia de agricultores y ganaderos, además de la alimentación de miles de ejemplares de ganado camélido, ovino y vacuno, que ante la falta de forraje y agua en bebederos, perecen en el árido y extremadamente seco suelo altiplánico.
En la última semana, el proceso electoral se impuso a cualquier otro hecho de connotación nacional, de ahí que el problema de las poblaciones inundadas en varios distritos orientales, como la dura sequía que castiga con fuerza a los departamentos de Oruro, La Paz y Potosí, pasó a simple tarea de observación sin que se definan estrategias de emergencia para contrarrestar los graves daños que ocasionó este fenómeno natural de doble efecto.
Pasada la euforia electoral, hay que volver a mirar con mayor seriedad lo que está ocurriendo en zonas extremas de nuestra geografía, en las que El Niño acosa a miles de habitantes y ataca con fuertes lluvias que han cargado los ríos hasta rebasar diques de protección que no han sido suficientes para evitar la inundación de muchas poblaciones en los distritos orientales y hasta en el Chapare.
El otro extremo es que comunidades del occidente están sin agua, la falta de lluvias ha dejado una gigante costra de tierra, incluso allí donde hace tiempo estaba brillante un lago, calificado como espejo natural en el altiplano orureño. Los recursos hídricos de la zona son propiamente nulos, en criterio de los técnicos que buscan la manera de paliar el actual problema.
Las condiciones extremadamente contrarias en un mismo territorio, pero con especiales características climáticas que determinan anualmente el mismo tipo de contingencias, no ha motivado el estudio de planes específicos de orden general que puedan aplicarse en su momento y en el lugar concreto, de ahí que los afanes se multiplican cuando El Niño ataca y daña la naturaleza.
La declaratoria de emergencia, en los dos sectores afectados del país, obliga a la elaboración de programas de contingencia, adecuados a cada situación, para lo que deben disponerse recursos extraordinarios que sean utilizados por las gobernaciones, pero en función de paliar los daños que están ocasionando, por un lado el exceso de agua y por otro la carencia del elemento líquido vital para la sobrevivencia en general, de personas, animales y los cultivos.
Profesionales que hacen seguimiento de la presencia de este fenómeno, coinciden en reconocer la carencia de planes estructurales que deben ser aplicados sin esperar las perturbaciones climáticas que pueden y deben ser detectadas anticipadamente para determinar su aplicación que neutralice los efectos dañinos de su presencia, en tiempo oportuno, porque este tipo de elementos naturales no son de sorpresiva aparición. La previsión técnica, la disposición de recursos financieros, un trabajo permanente y la responsabilidad de autoridades, podrían evitar más daños en el futuro.
Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.