Jueves 25 de febrero de 2016
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Se cuenta que durante la llamada Guerra FrÃa, en un paÃs europeo entonces gobernado por el Partido Comunista afÃn a la lÃnea soviética, un ciudadano visiblemente alterado gritaba en plena calle: Viva la Patria Fascista, mientras un amigo procuraba hacerlo callar por temor a que sea detenido por la policÃa. Ya calmado, el que se exponÃa a la represión, saludó a dos transeúntes, con el brazo en alto y, casi en secreto, dijo: ¡Hail Hitler!
Lo anterior sugiere que cuando un opositor en un paÃs con un régimen autoritario es tildado de fascista o nazi, éste tiende a expresar su rechazo, mostrándose partidario del otro extremo: no se reconoce la moderación No se acepta que no se trata de escoger entre polos opuestos igualmente despóticos. Ahora, la historia se repite: los partidarios del populismo, ven a todo opositor como neoliberal, vende patria, enemigo del pueblo, oligarca, etc., llegando a acusarlos de fascistas. Son sus enemigos; no tienen adversarios.
Ese es el mundo de quienes afirman que solo hay extremos, cuando resumen su acción polÃtica a "estás con nosotros o eres nuestro enemigo". Nada los aparta de ese encierro mental y se pierden en un laberinto de verdades a medias y en francas mentiras. Nada de lo que surja en el otro bando para ellos es bueno. Y cuando algunos se percatan que hay otros caminos sensatos, les cae la persecución.