Domingo 18 de abril de 2010
ver hoy
Revista Dominical
Fray Bernardino, Siervo de Santa María
18 abr 2010
Fuente: LA PATRIA
Por: Fray Jairo de Jesús Salazar Correa, O.S.M.
¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...
El hombre delgado y desgarbado de frente prominente y claramente, con manos en continuo movimiento como su infatigable creatividad, el Bernardino que todos conocemos encarna un ideal de vida evangélico-apostólica, de hombres reunidos en el nombre del Señor Jesús que quieren vivir en comunión fraterna y en el respeto de los valores propios y de cada uno, para alcanzar la perfecta dignidad y la libertad de hijos de Dios y para dedicarse con amor al servicio de todos los hombres, teniendo como figura inspiradora a María al pie de la cruz, para estar con ella y como ella a los pies de las infinitas cruces de los hombres de hoy, para llevar consuelo y cooperación redentora, persiguiendo el ideal de alcanzar la perfecta estatura de Cristo, teniendo para con todas las creaturas sólo relaciones de paz, de misericordia, de justicia y de amor constructivo.
Este camino de búsqueda de lo absoluto, vivido y propuesto por los siete primeros Padres de la Orden de los Siervos de María ha cautivado a Bernardino quien discretamente, en el seno de la comunidad, amada con fidelidades las horas alegres y en las tristes, trabaja en la construcción de la amistad fraterna, donándose a si mismo y aceptando a los demás con sus cualidades y sus límites desde la experiencia de saber la fraternidad como apoyo y ambiente grato para el desarrollo armonioso de la personalidad; de ahí su servir fraternalmente y con un amplio sentido de responsabilidad a todas las personas de su entorno, respetando siempre las etapas del desarrollo personal de los demás, buscando siempre el bien de la persona y de la comunidad, atento a las necesidades de cada uno y comprometido con la palabra de Dios de la que se nutre para poder servir de manera auténtica y con profundo convencimiento personal. Siempre propositito, motiva a la creación de un clima de concordia y entendimiento y considerando las inevitables tenciones, como signo de vida para convertirlas en motivo de enriquecimiento recíproco.
Fuente: LA PATRIA