Intereses partidistas son contrarios al bien común
24 feb 2016
Armando Mariaca V.
Las campañas realizadas para el referéndum del 21 de febrero, han mostrado, una vez más, cuán poco interesa e importa el país a las corrientes político-partidistas, porque los unos que se califican de izquierdistas, socialistas, anticapitalistas y antiimperialistas - cuando son más capitalistas y neoliberales que los países más recalcitrantes en esas políticas - han mostrado poco respeto al pueblo que votaría por el "sí" que buscaban, porque le mostraron maravillas, proyectos magníficos para los próximos cuatros años, patriotismo y condiciones en valores como jamás se conoció y muchas lindezas.
Varios grupos de la oposición, que dicen estar en contra de lo que dice y hace el Gobierno y critican todo lo hecho en los últimos diez años, que creen tener las soluciones para todos los problemas del país y no muestran alguna siquiera para que el pueblo crea; aquellos que buscan unidad de criterios, ideologías e intenciones pero que no se unen y viven como simples caudillos de grupos; muchos de ellos que buscaban el "no", tampoco han mostrado la sindéresis necesaria en sus campañas.
Ambos bandos, convencidos de una superioridad que no tienen, han hecho propaganda y publicidad muy pobre - aunque exagerada en gastos de dinero por parte del oficialismo -, fuera de lugar porque no se refirieron a que el referéndum buscaría, simplemente, el "sí" o el "no" para cambiar el artículo 168 de la Constitución y no ha sido, en modo alguno, para nombrar o designar alguna autoridad o para prorrogar el mandato del actual que, de todos modos, seguirá hasta el año 2019. Ambas facciones han desarrollado una campaña que no tenía por qué mostrar propuestas ni mucho menos, y debieron concretarse a una simple respuesta en una papeleta mal redactada y peor presentada por el TSE.
Toda la campaña no ha mostrado interés por el respeto que merece el pueblo especialmente por el pintarrajeado de paredes, ha demostrado tener poca altura al enfrascarse en una "guerra sucia" que, enlodó a ambos bandos y todo a costa de una ciudadanía que asistiría a las urnas para votar por un simple no o un simple sí. ¿A quién interesó el pueblo y sus sentimientos, sus criterios y su forma de estar contento o no con la actual situación y mucho menos con lo que se pretende para el futuro? ¿Cuándo aprenderán los políticos a no usar o manipular al pueblo, a las instituciones, a los cargos públicos, gastar el dinero que debió utilizarse para mejores fines? ¿Cuándo aprenderán un poco de sensibilidad ciudadana y algo, así sea muy poco, de responsabilidad? El país, luego de cada votación o referéndum tiene en su pueblo una sensación que pregunta: ¿serán posibles nuevas conductas, nuevas acciones, conciencia de país y vocación de servicio en los políticos y en quienes los siguen a ciegas, pero sin saber por qué caminos?
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