La hambruna mundial no es prioridad para las potencias
20 feb 2016
Eulogio Villegas Yucra
Hace 2.000 años apenas eran 170 millones de seres humanos, los que habitaban el planeta, actualmente viven en la Tierra 7.300 millones de personas, casi 43 veces más de aquella época. Según los cálculos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), la población mundial alcanzará los 10.100 millones para finales del siglo XXI, así pronostican. La hambruna mundial es un tema que no figura en ningún debate prioritario de discusión internacional, sencillamente, porque el pobre, el hambriento, no es mercancía rentable, está fuera del circuito del consumo y no genera dividendos según el pensamiento de estas potencias.
La concentración de riqueza en pocas manos, el exterminio de población sobrante como sucede en muchas regiones de África y Asia se incuba las bases y el detonante de un apocalipsis social que el sistema y sus analistas todavía no registran ni prestan atención. Mientras las potencias centrales del G-7 (Reino Unido, Alemania, Italia, Japón, EE UU, Canadá y Francia) y los países del Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) discuten multimillonarios programas de salvamento financiero para sus Estados, y florecen los supermillonarios y la concentración de riquezas en pocas manos, la única prioridad para estas potencias es salvar al sistema financiero global como los bancos y empresas que han desatado la crisis económica.
Se extiende la pobreza mundial y en el llamado Cuerno de África que son los países Somalia, Kenia y Etiopía donde se vive una grave hambruna que, según la ONU, tiene en riesgo de inanición de cerca de 10 millones de personas. No obstante, nadie habla de esta catástrofe humanitaria. Lo mismo sucede entre la población marginal en los países latinoamericanos donde el hambre, es un tsunami silencioso, la calamidad y el sufrimiento de miles de millones de personas, casi la mitad de la población mundial que son víctimas de la hambruna a escala planetaria.
Bolivia no es la excepción, pese a las oportunidades que se tiene, no se han aprovechado desde hace 50 años; los conflictos sociales son el cáncer que no podemos remediar, acompañado por la delincuencia, narcotráfico, la pobreza, falta de empleo y otros fenómenos sociales.
La ONU viene advirtiendo que el hambre aumentó significativamente y ha batido un récord en los 10 últimos años a causa del aumento de los precios del petróleo, hubo una escalada mundial del precio de los alimentos que incrementó el proceso de la hambruna que padecen habitualmente las poblaciones más desprotegidas de Asia, África y América Latina.
En el mundo ya hay más de 1.000 millones de personas que padecen hambre crónica, la cifra más alta de la historia, y en todo el planeta hay más 3.200 millones de pobres y desnutridos, lo que representa casi la mitad de la población mundial. Hay que aclarar, a modo de ejemplo, que los $us 8.000 millones del programa para combatir el hambre mundial, equivalen solamente a un 10% de la fortuna personal de Bill Gates, el hombre que encabeza la lista de millonarios a escala global (79.200 millones 2015). El problema del hambre no es una prioridad para los países más ricos.
Algunos analistas aseguran que con 44.000 millones de dólares, se resolvería el hambre en el mundo. Esa cifra equivale al 55% de la fortuna de Bill Gates, el primer millonario del planeta; si Bill Gates se quedara con 16.000 millones de dólares y donara el resto, los hambrientos del mundo aún podrían comer. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), diez corporaciones trasnacionales controlan actualmente el 80% del comercio mundial de los alimentos básicos, y similar número de megaempresas controlan el mercado internacional del agua potable. Es decir, la fuente y producción de alimentos y la industrialización del agua potable está fuera de la órbita del control estatal de los gobiernos.
¿Qué va a pasar cuando la mitad de la humanidad que no come avance sobre sus verdugos? La plaga del hambre que ya se extiende como una epidemia por las áreas empobrecidas del planeta genera las condiciones para una explosión social. Casi la mitad de la población del planeta sobrevive en estado de pobreza o por debajo de la escala de supervivencia, sin satisfacer sus necesidades básicas de alimentación.
(*) Economista
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