Todo vuelve a su fin

Dice la gente / que siempre se está empezando / que todo vuelve a su fin / que sólo se muere una vez / yo creo que eso no es así / se muere muchas veces / yo siempre muero por ti. Es una de las estrofas de Kiko Veneno y su canción "Dice la gente" y de la que "me presto" una frase para el título del presente artículo para graficar lo que sucede con los intentos de cambio que, a pesar de la severidad con que se los comunica, realmente no producen efectos duraderos al no ser estructurales. Los cambios, de esta forma realizados, son como nuestras resoluciones de fin de año, buenas intenciones esperando que esta vez sí sea diferente, pero sin analizar las verdaderas causas de nuestro perenne volver a empezar. Siempre estamos empezando y siempre volvemos a nuestro fin.

Sin embargo, esta vez sí, y tal vez en esto radica el éxito del "proceso de cambio", obtuvimos resultados diferentes realizando en forma enfermiza las mismas acciones. Lógica y fácilmente sacamos la conclusión de que si hacemos ahora lo mismo que hacíamos antes pero los resultados ahora son mejores que en el pasado, es que en periodos anteriores alguien se robaba el producto de nuestro esfuerzo, no existe otra posibilidad y por eso, a manera de corolario, establecemos que la idea de la plusvalía es endeble y primaria, es que es estática y no dinámica, aunque eso lo podríamos discutir. Sin embargo, no pasa por nuestras cabezas que en la actualidad otros factores han ayudado a obtener esos resultados diferentes y de los que estamos gozando.

¿Volveremos a nuestro fin para repetir la misma historia y para no contradecir a Kiko Veneno? Todo parece indicar que sí porque no realizamos ningún cambio importante, tan convencidos como estamos de que esta vez sí lograremos resultados diferentes. El movimiento es cíclico y aunque la existencia del ciclo sea rechazada y, por tanto, buscar similitudes resulta una pérdida de tiempo, las asimetrías son mostradas como logros aunque éstas sean simplemente reflejos en un espejo, mientras que la realidad levanta la mano derecha, el reflejo lo hace con la izquierda, pura ilusión óptica elevada hasta el paroxismo.

Dice la gente / que de algo hay que vivir / que sólo se muere una vez / yo creo que eso no es así / se muere uno tantas veces / yo siempre muero por ti. Y es que de algo hay que vivir y de algo hay que morir, aunque vivir para volver a nuestro fin es más durar y permanecer que vivir. Prefiero vivir y no durar, y prefiero cimentar que permanecer. Parece digno de Dante y, como en el contexto de la astronomía que parece gustarle a algunos en el "proceso", resulta atractiva y a la vez decepcionante la idea del tiempo que debe repetirse en forma circular en algo que se denomina el "eterno retorno", la revolución que es confundida con la traslación, la revolución es girar alrededor de alguien que, al mismo tiempo, gira sobre su propio eje. Algo ni muy prometedor ni gratificante por cierto.

En tiempos en que el escepticismo es sinónimo de anti-patria y el patriotismo es ceguera, deberíamos arriesgarnos a no dudar y preguntarnos si nuevamente estaremos empezando para volver a nuestro fin. Y es que los acontecimientos tienen una enfermiza costumbre de repetirse y llevarnos al lugar de donde partimos supuestamente para no regresar, salir del ciclo se está convirtiendo en una esperanza que tenemos los que sí nos movemos, los que no nos perseguimos la cola pensando que el movimiento por sí solo implica progreso, cambio, transformación, evolución, en contraposición a revolución.

Siguiendo con la canción de Kiko Veneno simplemente para no dejarlo colgado pendiente con su idea citamos otra estrofa aunque ésta parezca desfasada de todo lo expresado hasta aquí: Nos matará el camión / Nos matará el café / nos matará la droga / nos matará tal vez / un hombre bueno con pistola. Hombres buenos con pistola hemos visto a montones en la historia de la humanidad, hombres buenos con herramientas equivocadas que son tan inútiles como los hombres malos con las herramientas correctas. Hombres buenos con pistola convencidos de que las revoluciones son "irreversibles" y son el camino a la igualdad y la felicidad, cuando probadamente han sido caminos como cintas de Penrose que nos han llevado de regreso a nuestro fin.

(*)Economista