Jueves 18 de febrero de 2016
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La campaña polÃtica recientemente concluida fue una de las más sucias de nuestra historia.
Ni oficialismo ni oposición se salvan de la repulsa ciudadana porque ambos bandos utilizaron los mismos métodos: insultos, mentiras, denigración y un obvio intento de manipular la conciencia ciudadana con el fin de llevar agua a su molino.
El grupo social al que se dirigieron las campañas de los polÃticos es el de los indecisos que, según coincide la mayorÃa de las encuestas, manipuladas o no, llega más o menos al 20 por ciento. Y lo que pocos dijeron al respecto es que ese porcentaje es vergonzoso.
Veamos: el votante que se enfrente ante la papeleta el domingo tiene, además del sà y el no, las opciones de votar nulo o en blanco. Que el 20 por ciento de la población votante no haya sabido qué hacer hasta el momento de levantarse la última encuesta es un dato en verdad preocupante.
Una consulta popular, sea elección o referendo, tiene el propósito de consultar a la gente qué es lo que opina sobre ciertos temas. Si se trata de una elección, la pregunta es a cuál a cuáles candidatos prefiere. En un referendo, se le pregunta su opinión sobre determinado asunto: ¿acepta?... ¿rechaza? Y, como de democracia se trata, incluso se le da opción de votar en blanco o pifiar su voto. ¿Cómo podemos concebir que haya gente que todavÃa no sepa por cuál de las opciones inclinarse?