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DE BENVENUTA A RILKE
1913-1914 - Por la noche
Al atardecer he soñado que estaba sentada al piano y de repente llegaba a los sonidos un resplandor especial que jamás habÃan tenido. Y mientras me entregaba asombrada a esta desconocida sensación, he sentido tu presencia. ¿Era necesario volverse hacia la puerta por la que habÃas entrado? No, es que tú estabas allÃ, podÃa sentirlo; y tus ojos abarcaban en su mirada todo el resplandor y la penumbra, todo el sonido y toda la alegrÃa, pero en mi interior habÃa una profunda dicha exenta de todo deseo de descansar en ellos. Asà se acaba este dÃa. ¿Lo has sentido en tu habitación solitaria a la luz de la lámpara de pantalla verde? Tengo ante mà tu pequeño retrato. ¡Buenas noches!
Por primera vez en mi vida un regalo, más aún, un verdadero regalo del cielo que no le hace perder a uno la libertad. Hasta ahora todo lo que he recibido de las personas comportaba (a pesar de la profunda cordialidad que siento hacia algunas) la obligación de dar las gracias, y aunque la gratitud se expresaba y era recibida con alegrÃa, habÃa en todo ello algo asà como un sentido de la responsabilidad: habÃa que asegurarse de que fuera lo suficientemente fuerte y convincente en su ropaje de palabras.
Pero ahora estás tú y te doy las gracias como al cielo primaveral, como a una rama llena de frutos dorados, como al resplandor de una extensa superficie acuática por la mañana, como a la belleza de las cumbres resplandecientes por la nieve a la luz del crepúsculo.
Pon toda tu alma en lo que haces, en lo que te llena, alma querida, no creas que has de contestar a cada una de mis cartas, tu presencia, es lo que importa, limÃtate a estar presente.
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