Jesús Urzagasti Aguilera. Gran Chaco, 15 de octubre de 1941 - La Paz, 27 de abril de 2013. Ha publicado en poesía: Cuaderno de Lilino (1972); Yerubia (1977), La colina que da al mar azul (1993). En novela: El último domingo de un caminante (2003), Un hazmerreír en aprietos (2005), En el país del silencio (2da edición, 2007), Frondas nocturnas (2008), Un verano con Marina Sangabriel (2da edición, 2011), Los tejedores de la noche (3ra edición, 2011), De la ventana al parque (6ta. edición, 2012), Antología El árbol de la tribu (2da edición, 2012), Tirinea (5ta. edición, 2014). Los poemas que aparecen a continuación forman parte de "Senderos", colección Papeles de Antaño, editado por La Mariposa Mundial, 2015.
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Homenaje al miedo
Tenerle miedo al león no es
nada peor es asustarse de una
avispa aunque según el
cacumen de la hormiga el más
peligroso de todos es el
hombre porque ni él mismo
sabe lo que piensa y por si
fuera poco siempre va a la
moda desnudo por fuera
vestido por dentro.
El pánico que siente el ser
humano ante sus anónimos
semejantes se transmite de
una generación a otra como
virus de una escuálida
memoria. Cualquiera sea el
asunto de marras algo altera
las reglas estipuladas lo que
provoca espanto en la vigilia
causa risa en los dominios del
sueño.
El terror vuelve enano al
gigante y de solo sentir
su fluido eléctrico se le
frunce el culo al pedante.
Toca la corneta y el
piano con insuperable
talento y fervor que no
hay belleza mayor que
la generada por el
espanto.
El miedo apenas cabe en
el mundo pero anda por
todas partes y de su
escalofriante susurro
apenas se libran los no
nacidos.
Es más antiguo que la
ruda y se parece a lo que
vibra sudando raudo
cruza arboledas y
recuerdos y aletea donde
nadie se lo espera.
No conoce la fatiga de
los cuerdos y sólo se
amilana ante la locura de
quienes han tocado
fondo y mandan al
supremo cuerno el
lenguaje que se marchita
al despuntar el día.
Vano recelo le guardas al
espíritu ajeno a la mentira
el miedo te mantiene con
vida -el rato que lo
vences desapareces.
En un verano inmortal
Me tocó nacer bajo un sol de
fuego sobre una llanura infinita
rodeado de hombres que eran
de otro tiempo un tiempo que
de pura felicidad en mi
memoria se hizo eterno. Me
dijeron esos hombres hemos
venido de no sé qué mundos
dizque a morir en esta tierra
mientras estés vivo de nada te
extrañes menos si unos llegan
y otros hincan las espuelas
mira que siempre quedará
alguien en la llanura desierta.
Bombo y violín en la noche
serena risas que se pierden en
plenilunio sombras que salen
de un lejano sueño huellas
imborrables en la arena ya
nadie ve los caballos
galopando ni siente la lluvia
hablar con los árboles. No te
alarmes al divino botón si no
los encuentras tirando la taba
sucede que se los llevó el
viento donde sólo habitan los
muertos.
Al amigo desconocido
Aunque no lo creas siempre me acuerdo de
ti. Has subido a un barco muy grande al igual
que todo el mundo claro que no eres como
todo el mundo al igual que yo
eso nos pasa por parecernos sin
conocernos en buen romance nos sucede
lo que a todo el mundo. En la maleta
llevas un libro de letra tupida e ideas raras
son muy extraños los pensamientos
aparecen siempre solos y de improviso
trayendo noticias de países inventados por
eso te gusta el fútbol y aunque tienes pinta
de matemático y en ajedrez prefieres
mover el alfil imaginando un caballo el
oficio de peón te provoca insomnio. Me
quito el sombrero si detrás de una verde
colina te aguardan seres queridos y no
digo nada si sólo conoces el gemido del
viento. Mejor si tu linaje es un tejido de
jeroglíficos seductores y perteneces por
méritos propios
a la raza de los extinguidos. Me da lo
mismo si eres un ilustre chino un
gringo gringo o un japonés karateca
pero que quede entre nosotros la feliz
anomalía de ser amigos mira que por
un error inexplicable figuramos en la
lista de pasajeros como perfectos
desconocidos.
Un hombre en la oscuridad
No es nada del otro mundo imaginar
a un hombre perdido en la noche la
cosa es mirarlo en un cementerio a
oscuras con un tacho de agua en la
mano izquierda una pala en la mano
derecha y un machete en la cintura.
En cambio tú has visto reverberar
escenarios más bellos bajo las nubes
errantes un corredor lleno de flores
por ejemplo o sillas de mimbre y
persianas oscilando entre la brisa de
enero y la vida en paños menores.
Sabías que la bienvenida de tus
amigos te anticipaba la canción del
adiós. Mañana retornarás al reino de
las obligaciones -una muchacha se
quedará en la provincia y encontrarás
fogosos amores en ciudades que
parecen barcos a la deriva. Mientras
averiguas por tu cuenta en qué
consiste el misterio de todo las
preguntas de doble filo no te
conciernen y en tus ojos de animal en
celo ondula la geografía del paraíso.
Más te vale llevar una valija ligera te
lo digo yo que me quité el sombrero
ante el hombre que desbroza una
tumba
mira que de repente pone los brazos en
jarras la luna colorada iluminando el
monte lo ha dejado como un niño
asombrado eso no lo podrías adivinar ni
siendo brujo al igual que tantas cosas
que suceden sin hacer ruido. Más
temprano que tarde volverás a buscar lo
perdido a descubrir un hombre en la
oscuridad con su atado de coca y su
cigarrillo apagado. Ojalá escupiera sobre
los yuyos o aullara en su idioma sin
palabras. Nada de nada. Le basta con
que los sepulcros sean el eco de un
silencio primitivo donde no entran las
penas del mundo. En el tuyo tampoco
caben las desdichas ajenas sin duda te
ayuda la pinta de individuo feliz que
sube de un brinco al último tren
nocturno y desciende por escalinatas de
acero. No te conozco para decirte lo que
te digo del hombre metido en el
cementerio en sombras el suyo es un
gesto que sale del fondo de la vida y se
diluye en la hondura de un mundo
ausente. Me hubiera gustado beber
cerveza contigo antes de mirar al
hombre trabajando de noche. Ahora
deberás caminar mucho para
encontrarme pernoctar en hoteles como
un auténtico solitario y cruzar miradas
cómplices con mujeres que nunca van
solas. Te hace falta lo que a mí me sobra
por eso no le digo nada al hombre del
cementerio cuestión de tacto y olfato
para orillar el abismo prescindiendo de
bagatelas que aún te incumben.
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