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Henri Michaux no es exactamente un pintor, ni siquiera un escritor, sino una conciencia: la sustancia más sensible descubierta hasta la fecha para registrar las fluctuaciones de la angustia de la existencia dÃa a dÃa, minuto a minuto.
Por lo demás, me irritaba la parafernalia de la pintura. Los artistas actúan como prima donnas; se toman a sà mismos demasiado en serio, y tienen toda esa parafernalia: los lienzos, los caballetes, los tubos de pintura. Si pudiera elegir, preferirÃa ser compositor. Pero hace falta estudiar. Si hubiera algún modo de colocarse directamente ante un tecladoÂ? La música incuba mi insatisfacción. Mis dibujos a tinta grandes ya no son más que ritmo. La poesÃa no me satisface tanto como la pintura, pero es posible que existan otras formas.
¿Cuáles son los artistas que más importan para Michaux?
Me encanta la obra de Ernst y de Klee, pero por sà solos no habrÃan bastado para que yo empezara a pintar en serio. No admiro tanto a los estadounidenses, como Pollock y Tobey, pero lo cierto es que crearon un clima en el que podÃa expresarme. Son instigadores. Me concedieron la grande permission; sÃ, sÃ, eso es, la grande permission. Del mismo modo que no apreciamos tanto a los surrealistas por lo que escribieron como por autorizar a que todo el mundo escribiera lo que se le pasara por la cabeza. Y, por supuesto, los pintores clásicos chinos me enseñaron lo que se podÃa hacer con sólo unos pocos trazos, con sólo unos pocos signos. Pero no creo mucho en las influencias. Uno disfruta escuchando las voces de la gente en la calle, pero no resuelven tus problemas. Cuando algo es bueno te distrae de tu problema.
¿Sintió Michaux que su poesÃa y su pintura eran dos formas diferentes de expresión de una única cosa?
Hablamos de los medios que utiliza. Aunque trabaja con óleo y acuarela, prefiere la tinta china. Son tÃpicas de Michaux las grandes hojas blancas de papel de dibujo tachonadas por completo de pequeños nudos negros muy marcados, o con figuras vagamente humanas desperdigadas que evocaban alguna batalla o peregrinación desesperanzada. "Con la tinta china puedo hacer pequeñas formas muy intensas", decÃa. "Pero tengo otros planes para la tinta. Entre otras cosas, he estado pintando cuadros con tinta china sobre lienzo. Me entusiasma, porque con una misma pincelada, en un mismo instante, puedo ser al mismo tiempo preciso y difuso. La tinta es directa; no se corre ningún riesgo. No tienes que luchar contra las prisas del óleo, con toda la parafernalia de la pintura."
En esos lienzos de los que habla Michaux suele pintar tres anchas franjas verticales utilizando poca tinta para producir un efecto desvaÃdo. En ese medio difuso flotan docenas de figurillas desesperadamente articuladas: aves, hombres, tallos, animadas por la misma energÃa intensa de los dibujos, pero delineados de manera más deliberada.
Estos óleos parecen cumplir, mejor que sus demás obras, sus intenciones pictóricas tal como las formulaba recientemente en la revista Quadrum:
En lugar de una imagen que excluye a las demás, me habrÃa gustado dibujar los momentos que, uno junto a otro, se suceden y conforman una vida. Exponer la frase interior, una frase que no tiene palabras, para que la gente vea una soga que se desenrolla sinuosamente y que acompaña Ãntimamente a todo lo que nos afecta, ya sea desde el exterior o desde el interior. QuerÃa dibujar la conciencia de la existencia y el flujo del tiempo. Como cuando te tomas el pulso.
* John Ashbery. Rochester, Nueva York, 1927.
Poeta.
Fuente:
http://www.revistaminerva.com/articulo.php?id=129
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