Un presidente es un ser humano y, por lo tanto, está expuesto a las mismas tentaciones que los demás seres humanos. La diferencia entre uno y otros es que, por el poder que ostenta, un presidente puede tener lo que se le antoja con más facilidad que los demás seres humanos.
La historia de la humanidad está plagada de casos de gobernantes involucrados con mujeres que, generalmente, se enredaban con aquellos por los beneficios que obtenían. Los ejemplos van desde Cleopatra y sus amoríos con Julio César y Marco Antonio hasta Marilyn Monroe y sus romances con los Kennedy.
Bolivia no es la excepción. Por el contrario, el machismo y la misoginia que imperan en nuestra sociedad dieron lugar a que muchos presidentes aprovecharan su poder para tener acceso a muchas mujeres, algunas incluso casadas.
El caso más representativo de mezcla de sexo y poder es el de Mariano Melgarejo que pasó a la historia por un gobierno caracterizado por sus excesos, soberbia, despotismo, violaciones a la ley y un alto grado de autoritarismo. Aunque casado con Rosa Rojas, Melgarejo fue un mujeriego empedernido que, según se dice, tuvo varios hijos ilegítimos.
Ignorante, promiscuo e impío, este hombre estaba convencido que había nacido para gobernar Bolivia y hasta atribuía su fecha de nacimiento, que fue un Domingo de Resurrección, a un designio divino. Por ello, no tenía intenciones de dejar el poder y creía que podía hacer cuanto se le antoje.
Tuvo muchas mujeres y a casi todas las hacía espléndidos regalos para premiar sus favores sexuales.
La amante más conocida que tuvo Melgarejo fue Juana Sánchez Campos, peruana y hermana del capitán José Aurelio Sánchez, quien fue condenado a muerte por actos de rebeldía. El tirano la conoció precisamente cuando ella, con apenas 18 años, fue a verlo a rogar por su vida. Diversas versiones históricas dicen que se impactó tanto con ella que no solo perdonó a su hermano sino que lo incorporó al ejército boliviano en el que llegó hasta el grado de general.
La relación de Melgarejo con Juana Sánchez fue tan pública como el súbito enriquecimiento de la familia peruana. Por años, los Sánchez tuvieron influencia y recibieron favores del gobierno hasta poco antes de la caída de su protector.
Cuando Melgarejo vagaba por Lima, tras haber sido echado del poder y huido de Bolivia, buscó a su ex amante en la lujosa casa en la que ella vivía. Cuando golpeó a la puerta, el que le abrió fue su hermano José Aurelio, quien le dio el mayor agradecimiento por sus favores: un balazo.
(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.