El caporal se marca al ritmo de dos tiempos

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La danza del caporal tiene varias aristas en cuanto a su interpretación y origen, es una danza relativamente nueva que derivó de la saya, tundiqui y tuntuna para finalmente establecerse en el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, como una danza preferida por propios y extraños, incluso traspasando fronteras del continente americano por su versatilidad y belleza en la expresión de los pasos, coreografía y movimientos.

El caporal representa al capataz blanco, mulato o negro descastado que explotaba a los esclavos negros en tiempos de la Colonia. El caporal tradicionalmente está presente en solitario en las supuestas agrupaciones negras, como la morenada y los tundiki o negritos y excepcionalmente en la antigua comparsa de los mineritos.

Es la reinterpretación de las danzas originarias por parte de los colectivos urbanos de esas tres especialidades, donde todos se identifican con quienes detentan el poder en esas representaciones que es el caporal, quien manda y conduce, y el conjunto de ellos es denominado los caporales.

El caporal en la danza a la que nos estamos refiriendo, muestra a quienes se ocupaban de controlar el trabajo ajeno, sea de esclavos o asalariados indistintamente. La danza hace pensar en lo pesado de la ocupación, por el permanente movimiento que imprime el caporal, no tiene descanso.

Los caporales por su ritmo de dos tiempos se asemejan a los tundikis; danzando al compás de una banda criolla, las mujeres bailan con pasos estilizados a manera de ballet, luciendo elegantes y provocativos diseños que se caracterizan por la pollera corta y lencería sugestiva; en tanto, los varones bailan con látigo en la mano que representa el poder, como si vivieran en una sociedad en la que todos mandan y ordenan.

Los caporales nacen del desorden social de la década de los años 70 a raíz de los regímenes dictatoriales militares que encabezaban de forma aventurera, golpes de Estado en Bolivia. Es por eso que sus pasos se asemejaban más a pasos de ejercicio del Ejército, que a una danza estilizada y coreográfica.

Para uno de sus creadores, José Félix Zamorano Escalier, la danza del caporal es de origen estilizado, sin identidad reconocida, cuya transformación surge de las danzas afro de negritos a caporales que agradó y contagió a la juventud a valorar el folklore boliviano.

La música, se aproxima a la expresión afro-yungueña siendo más próxima a la música de la tuntuna y el tundiqui. Los cascabeles que llevan en la indumentaria, transmite la algarabía que siente el protagonista en el movimiento de los pies, acompañaban al ritmo de la música.

DANZA

El discurso musical de la danza de los caporales es una innovación y adaptación del huayño y taquirari a la forma musical pentatonal afro-boliviana, compuesta por el conjunto musical "Los Payas", e interpretada por la banda "Huayra del Folklore".

La coreografía es el resultado del comportamiento del caporal en la danza de saya, tundiquis y negritos, con pasos precisos y fuertes con el sonar de los cascabeles, al ritmo del bombo de la banda de música acompañada por los látigos de su chicote.

Asimismo, se da con la elasticidad, garbo y rudeza masculina, sobresaliendo el "paso de ganso o volapié", belleza, gracia, fragilidad y sensualidad femenina, con doble taconeo acompasado en dos tiempos, a diferencia de la saya cuya armonía es el resultado de una mezcla de por lo menos siete ritmos diferentes de percusión.

No podemos ocultar que los gestores de esta danza fueron paceños, pero la proyección exitosa se dio en el Carnaval de Oruro, donde participan los caporales Reyes de la Tuntuna ENAF, Fraternidad Folklórica y Cultural Caporales San Simón, Fraternidad Caporales CBN, Conjunto Caporales Infantiles Ignacio León, Fraternidad Caporales Centralistas y el Conjunto Folklórico Sambos Caporales.

La música, se aproxima a la expresión afro-yungueña siendo más próxima a la tuntuna y el tundiqui. Los cascabeles que llevan en la indumentaria, transmiten la algarabía que siente el protagonista en el movimiento de los pies, marcan el ritmo de la música

Fuente: LA PATRIA