Comadre, es por corazón de madre

Las maderas duras de un pupitre doble escolar de la antigua escuelita República de Irlanda las juntó cuando ambas apenas tenían 8 años. Y con los temores de dos niñas que apenas se conocían empezaron a cruzar entre ellas las primeras miradas y palabras, seguramente una sincera necesidad de asistirse la una a la otra durante aquellas primeras etapas de su formación colegial y que durante los próximos 12 años las unirían por el resto de sus vidas.

La primaria dio paso a la secundaria, y Roxana y Carmen empezaron a convertirse en mujercitas, sus cuerpos cambiaron, sus sonrisas se iluminaron con dientes nuevos y ambas empezaron a ver la vida con otros ojos, pero con la misma inocencia.

Al salir bachilleres sin embargo, ambas habían trazado rutas distintas. Roxana había visto en el trabajo de su padre, su verdadera vocación, las telas, la confección, el diseño y por qué no la moda, serían su futuro. El sastre de esquina la había inspirado, y como desde niña le ayudó siempre a poner botones, hacer ojales, borrar trazos de tizas y planchar líneas perfectas en el pequeño taller, ella deseaba algo más grande, y sabía que los vestidos de novia serían su especialidad.

En cambio Carmen sentía que su futuro estaba en las Leyes, su madre una chola humilde, trabajadora, crió a 5 varones y una mujer vendiendo café, té, sultana y cocoa en la esquina del mercado, y les demostró que levantándose todos los días a las tres de la mañana, cualquier sacrificio es ninguno a la hora de responder por sus hijos, así el padre los haya abandonado y dejado sobre sus espaldas toda la responsabilidad

En una oportunidad fue con el curso a una obra de teatro, basada en la novela "Mi hijo el doctor" de Florencio Sánchez, y ella quiso que su madre sienta ese orgullo ante sus amistades pero sobre todo, a diferencia de la obra, guardarle a su madre eterno amor y respeto.

Ambas iban por muy buen camino, pero en el ínterin, Carmen, conoció el amor, sin medir consecuencias se entregó y de ese cariño furtivo nació René, un chiquillo intenso cuyos enormes ojos eran la delicia de su "tía" Roxana. El padre ni se dio por enterado, le alcanzó con negarlo y que la familia amenace a la madre, pero ella no se iba a rendir y decidida a que a ese niño no le faltaría nada, nombró a su mejor amiga su madrina y se puso a trabajar y estudiar para seguir por el rumbo trazado.

Lastimosamente la vida le tendría a la abnegada Carmen una prueba de fuego más, antes que su hijo cumpla los tres años y a punto de terminar su carrera, los constantes malestares que sentía y que la habían llevado con el doctor, le daban una muy mala noticia, su sangre estaba enferma, su médula generaba células rojas que con el tiempo se la comerían por dentro, haciendo que la leucemia pronto acabe con su vida.

La noticia simplemente aceleró su muerte, no fue capaz ni se sintió con la fuerza para sobrevivir, pero ella no era lo importante, era René quien no le permitiría descansar en paz. Y aunque el niño tenía abuelos y tenía tíos, su mente no divagó ni un solo instante al saber que quien tenía que hacerse cargo de aquel pequeño inocente era su amiga de siempre, Roxana.

No hubo ni la más mínima duda, y aunque fue doloroso el proceso de despedida, el resto de la vida del niño trazando su rumbo hacia el hombre fue sólo de felicidad. A ella le tocó una pareja casi perfecta, un profesor que no sólo aceptó a René, sino que junto a sus dos descendientes crió a los tres con idéntica devoción y esmero.

Cuando le tocó escoger profesión en su condición de mayor, escogió ser abogado también, para poder culminar el anhelo de su madre, logro que consiguió a sus 24 años, allá por 1986. Es un destacado abogado, ya tiene nietos a los que siempre cuenta sus orígenes con orgullo, pero sobre todo resalta la suerte de haber contado con dos madres y un padre, aunque sólo uno de ellos lo haya engendrado.

Como la de René, hay miles de historias, pero como la de Roxana pocas, pues a pocas madrinas y comadres les ha tocado tan noble misión, que es la de hacerse cargo como madre, tras la ausencia de esta.

A todas las nobles comadres un saludo carnavalero deseándoles un feliz festejo.

(*) Es paceño, stronguista y liberal