Viernes 16 de abril de 2010
ver hoy
Durante las horas de voluntariado, mantener el contacto visual es importante. Lo que Jaime Garralda, de Horizontes Abiertos, llamaría “mirar en los ojos”. Por medio de nuestros gestos y posturas mostraremos que estamos atendiendo al mensaje de la persona a la que tenemos en frente; asentiremos, utilizaremos interjecciones de modo apropiado que le hagan ver que estamos “conectados”.
Conviene utilizar su nombre sin temor a abusar de él, potenciar el contacto físico, sobre todo entre aquellos que menos lo reciben -los ancianos, por ejemplo-, adaptar nuestro modo de expresión al de la otra persona, situarnos al mismo nivel léxico -no utilizar tecnicismos si conversamos con alguien que no nos va a entender- y al mismo nivel postural: ojos de ambos a la misma altura, tomar asiento de la misma forma..., evitar gestos y posturas que indiquen impaciencia o desagrado. Utilizando un símil, el voluntario debe “sintonizar” la frecuencia de onda adecuada. Él es el “invitado” y, por lo tanto, debe hacer un esfuerzo de adaptación comunicativa.
También es importante mantenernos pendientes de lo que dice el otro y no de nuestra futura respuesta o de nuestra siguiente pregunta. Hay que escuchar también lo que el otro no nos dice: sus miedos, sus deseos, sus temores, sus esperanzas... Escucharle como la persona más importante, sin mirar el reloj y sin mostrar prisa, aunque la tuviéramos.