El 10 de noviembre de 2015, la prensa nacional difundió un Ranking Mundial de la salud, preparado por Bloomberg, elaborado con datos oficiales de Naciones Unidas, Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En ese ranking, Bolivia figuró como el país que tiene la peor salud de Sudamérica. De alguna manera, esto ya lo había dicho el Padre Mateo a mediados del 2015, cuando pidió que el Estado destine el 10% del PIB al sector salud. En esa ocasión, el gobierno de Evo y principalmente su entorno optaron por no discutir la propuesta del Padre Mateo, sino más bien trataron de destruirlo moralmente con insultos y descalificaciones.
La respuesta del gobierno al Ranking Bloomberg, fue distinta, prefirieron la estrategia del silencio, hubiera sido muy osado descalificar un informe técnico basado en cifras, y esperaron más bien hasta el informe presidencial del 22 de enero, para que en la hemorragia de cifras que dio el Presidente, le repitieran al país que iban a mejorar la salud con la inversión de más de 1.600 millones de dólares para 46 hospitales, entre otras propuestas.
Evo Morales nunca tuvo un Plan Integral para mejorar la salud de los bolivianos. Lleva 10 años en el poder y cuando habla de la salud no ha mejorado su visión desordenada y populista del sector. En 2012, llevó al sector salud a una crisis nacional cuando promulgó un decreto que vulneraba los derechos de los médicos y los trabajadores de la salud, con el aumento de las horas de trabajo de 6 a 8. Como si la crisis de la salud en Bolivia tendría que ver con una supuesta "falta de sacrificio" o de "apego al trabajo" de los profesionales de la salud.
En aquella ocasión, la respuesta institucional de los gremios de la salud, hizo retroceder al gobierno. Y Evo Morales, para maquillar su derrota, retiró su decreto y prometió convocar a una cumbre de la salud, con sectores sociales y dirigentes populares para arreglar los problemas de la salud. Hasta hoy nunca se realizó esa cumbre, seguramente porque no sólo no es posible sino ni siquiera concebible que un tema tan importante: la salud de los bolivianos, pudiera ser resuelto en una suerte de asamblea política nacional.
Mientras tanto, no hay una solución planificada para dejar de ser el país con la peor salud en la región. Las propuestas que hace de cuando en cuando el gobierno son ocurrencias parciales, pensadas políticamente sin el aporte concurrente de los gremios e instituciones que trabajan en el sector. El plan de construir 46 hospitales más parece un proyecto inmobiliario faraónico y no una solución a las necesidades del país. No queremos decir que no se deban construir, sino que su ubicación debió definirse en una investigación precisa, con el aporte y concenso del Colegio de Médicos, como mínimo. La salud no soporta las soluciones gestadas políticamente en "modo caudillista".
Estos últimos días, la OPS ha dado la alarma de un expansión acelerada de la pandemia del virus del Zika. Brasil y otros países vecinos han declarado en emergencia a sus sistemas de salud pública. Esperemos que el gobierno saque a sus ministros de la campaña para el referéndum y los ponga a trabajar en un plan que frene la expansión del virus y no lamentemos pérdidas de vidas.
La salud de los bolivianos es más importante que todo.
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