Por: Marcelo Arduz Ruiz - El autor cuenta con especialización en derecho internacional en España, Italia y OEA
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Según documentos que cursan en los archivos secretos del Vaticano, tras la cruenta guerra de la independencia que llegó a interrumpir la comunicaciones latinoamericanas con la Santa Sede, la naciente república nominada inicialmente "BolÃvar", por mandato del Mcal. de Ayacucho fue la primera en establecer por intermedio de la nunciatura en Madrid, relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Aunque se sabe que debido a su prematura muerte, el Libertador nunca llegarÃa a ejercer funciones ante el Vaticano, su legado habÃa calado allá hondo por consolidar los principios de convivencia pacÃfica, justicia y libertad entre las naciones latinoamericanas, con devolución de tierras americanas a sus legÃtimos propietarios; por esto mismo los derechos de la nación bolivariana para retornar a la costa con la que naciera a la vida independiente, fueron cabalmente valorados por los sucesivos pontÃfices romanos.
Particularmente, siendo BolÃvar fundador y primer presidente de la naciente república, como tarea prioritaria de su gobierno emite el decreto de 28 de diciembre 1825 para la creación del puerto mayor de todo el paÃs llamado de La Mar en la región de Atacama, más adelante invadida con apoyo de una potencia extra continental por el vecino paÃs, en afán indisimulado de apropiarse de su riqueza en recursos naturales y mineralógicos.
A esta circunstancia se debe que el santo padre Juan Pablo II -el primer Papa en visitar la región latinoamericana- ofreciera sus buenos oficios a fin de alcanzar una solución pacÃfica para la reintegración marÃtima, aunque en esa oportunidad el paÃs optara por la negociación directa que mañosamente prometiera el gobierno de la Moneda a fin de neutralizar tal mediación. No obstante, continuando la doctrina de su predecesor, el Papa Francisco manifestó durante su visita al paÃs que "no es injusto que Bolivia anhele tener salida al mar", lo cual motivó protesta de la diplomacia chilena como injerencia entre naciones soberanas.
Por carecer Chile de autoridad moral para desestimar la declaración, en pos de interpretación más cabal se puede extrapolar el mensaje, en sentido que en este caso "lo injusto" serÃa que la nación chilena prive al pueblo boliviano del legÃtimo anhelo por acceder al espacio abierto de comunicación con el mundo, que le legara el paladÃn de la descolonización en tierras americanas.
En realidad, la actitud chilena vuelve las páginas de la historia a la heroica gesta, es decir la pugna que entonces se desatara entre dos corrientes opuestas: la de la unidad e integración entre los pueblos de la Patria Grande, propugnada por BolÃvar, y la de la dominación o conquista, que aunque por aquellos tiempos fuera norma, ahora Chile pretende hacer prevalecer ante la comunidad internacional de manera anacrónica, en retroceso a tiempos del oscurantismo y la oprobiosa esclavitud.
Si tenemos en cuenta que los tratados no pueden autorizar a futuro la conculcación de los derechos humanos fundamentales de las personas, al parecer Chile pretende como si el conflicto no hubiera cesado, extender el botÃn de guerra de más de una centuria atrás para extorsionar dÃas al inocente y sufriente pueblo boliviano actual, condenándolo a vivir expoliado dentro su propio territorio, convertido en mercado cautivo para usufructo colonial extranjero, inadmisible en nuestro tiempo.
Atenidos a la breve reflexión que planteara Francisco I, se puede deducir que lo único que distancia a la posición boliviana de la chilena, es precisamente la noción de lo que es "justo" y de lo que es "injusto", es decir noble o innoble, lo cual en última instancia le corresponderá valorar a la imparcialidad del alto Tribunal de la Haya.
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