En la medida que se acerca la semana de acontecimientos especiales en Oruro, con la festividad de Carnaval y el añadido del aniversario cívico, los prolegómenos de los orureños se multiplican en alta proporción, movimiento inusitado, calles atestadas, tráfico caótico y como si fuera poco, movimientos sociales con reclamos, protestas y bloqueos, una ciudad incomparable.
Así se dan las cosas, cada año, claro está que coincidencias en algunas oportunidades para doble celebración, como en el año presente, que obliga necesariamente a medidas extraordinarias que alteran las complicadas tareas de las amas de casa, de los trabajadores en general, hay que tener todo listo para ser buenos anfitriones y además para celebrar las glorias históricas que nos permitieron liberarnos de un yugo opresor.
Vamos a la práctica de las cosas, por un lado y esperando que no se olviden detalles, las autoridades deben cumplir con sus responsabilidades de organizar los acontecimientos próximos, tomando en cuenta que miles de visitantes, llegados del interior y del exterior estarán pendientes de lo que suceda y se relacione con su estadía.
Planes de seguridad ciudadana, son exigibles en su mayor nivel; hay que evitar el consumo de bebidas alcohólicas durante la Peregrinación del Sábado dedicado a la Virgen del Socavón, evitar el derroche de agua potable, reducir al máximo el uso excesivo de espumas y globos de agua, tener en pleno funcionamiento servicios higiénicos en toda la ruta carnavalera, cuidar los servicios hoteleros y controlar la calidad de productos y la atención en restaurantes y confiterías, cuidar que los "amigos de lo ajeno" no cometan fechorías y que toda la gente se sienta segura y más o menos cómoda, difícil tarea, pero ineludible.
La otra parte corresponde a los protagonistas del mayor espectáculo devocional y folklórico del mundo, el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, título merecidamente otorgado por la UNESCO y que es celosamente cuidado por quienes hacen realmente el carnaval, los devotos danzarines.
Miles de orureñas y orureños y algunos más con fe en la milagrosa Patrona del Socavón, tienen a su cargo la mayor inversión del acontecimiento, se trata de los gastos propios de preparación, disfraces, cuotas institucionales y sin que sea una queja pero es parte del presupuesto, el gasto extraordinario para atender a las visitas, mostrando hospitalidad y total desprendimiento. Son los que hacen en realidad el gasto para que Oruro permanezca en la mente y las pupilas de miles de visitantes.
Oruro modificará su programación cívica, pero mantendrá latente el espíritu patriótico del héroe de la acción revolucionaria del 10 de Febrero de 1781, Sebastián Pagador. Este año se espera un cumplimiento mínimo de promesas postergadas, Oruro necesita desarrollar sus anhelados proyectos y para eso exige decisiones superiores y alta voluntad política.
Así se presentan las cosas en ésta gestión para Oruro y sus habitantes, con serios problemas sociales y con un obligado paréntesis en el cumplimiento de las ofertas de autoridades en tiempo de elecciones, muy poco se ha hecho hasta ahora y lo que quisiéramos los orureños es que se prioricen los gastos en proyectos de impacto social, los de saneamiento básico. Como cereza en la torta se añade el inicio de una nueva gestión educativa, con todos sus prolegómenos, otra responsabilidad para padres de familia y docentes. Un mes espacial.
Fuente: LA PATRIA
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