No imagino cu谩nta enajenaci贸n necesita un ser humano para quitarle la vida a otro.
Jorge Clavijo, por ejemplo, estaba borracho cuando le asest贸 quince pu帽aladas a Hanal铆 Huaycho. Era la misma embriaguez, aunque no en la misma medida, que corr铆a por el sistema nervioso de William Kushner cuando asesin贸 a Andrea Aramayo.
El alcohol es un alucin贸geno as铆 que puede privar de juicio al que lo consume. Solo as铆 se explica que Clavijo haya destrozado a Hanal铆 en presencia de su hijo. Solo as铆 se explica que Kushner no haya tenido ning煤n reparo en aplastarle la cabeza a Andrea con su autom贸vil.
驴Y qu茅 pasa con aquellos que matan sin motivaciones? Pienso, por ejemplo, en ese ser humano que aguarda en las sombras que alg煤n incauto se acerque para robarle la billetera. Cuando cae una v铆ctima, el asaltante forcejea y, pese a que ya tiene el dinero en la mano, no duda en hundir su pu帽al en la humanidad del asaltado. Ya hab铆a logrado su prop贸sito? 驴por qu茅, adem谩s, tuvo que matar?
Pero si el asaltante o violador homicida causan asco y repugnaci贸n, otro tipo de asesino pulula ahora en nuestras calles: el tratante.
Aunque la jerga policial todav铆a no incorpora el adjetivo, el tratante es aquel que est谩 inmiscuido en la trata y tr谩fico de personas. Su actividad consiste en secuestrar seres humanos con el fin de venderlos, enteros o por partes.
El tratante vende un ser humano entero para la prostituci贸n. Si vende a su reh茅n con fines sexuales, tendr谩 que entregarlo completo. La venta por partes es el tr谩fico de 贸rganos. En este caso, hay que matar al o la secuestrada para vender sus partes a quienes pueden pagar por ellas.
La trata y tr谩fico de personas ha convertido al ser humano en burda mercader铆a. Los tratantes se olvidan que detr谩s de cada persona hay una familia, otras personas que sufren y se preocupan por ella.
Cuando una persona desaparece, el sufrimiento de su familia es inmenso. La incertidumbre es un monstruo que puede consumir la vida de una persona con m谩s rapidez que cualquier otra preocupaci贸n. De pronto, la rutina diaria se interrumpe con el aviso de que uno de los miembros de la familia, una hija o un hijo, no aparece. Sali贸 a tal hora? iba a encontrarse con tal? las indagaciones son familiares porque la Polic铆a es tal solo de nombre porque, si se trata de esclarecer un crimen, el boliviano debe bancarse solito. Pero 茅l o ella no aparecen. 驴D贸nde estar谩?, 驴qu茅 habr谩 pasado? Y los segundos se vuelven minutos? y los minutos se vuelven horas? y las horas pueden volverse d铆as? 驴D贸nde est谩?, 驴qu茅 ha pasado?
Las respuestas pueden ser m煤ltiples. A veces, el o la desaparecida no aparecen nunca m谩s. Ah铆 est谩 el caso de Zarlet, agigantado por la actitud pantagru茅lica de la Polic铆a que se burla de su madre, o ah铆 est谩 el caso de Varinia que aparece pero no como persona sino como cad谩ver? un despojo?
Est谩 pero no est谩. Es su cuerpo pero no es ella? ella se ha ido para nunca m谩s volver.
Pero, al final de cuentas, si el o la desaparecida aparecen o no ya resulta irrelevante. Si aparece muerta o muerto, se acaba la incertidumbre pero prosigue la pesadilla. Se la extra帽ar谩 siempre porque parti贸 de pronto, sin despedirse, sin coronar sus proyectos de vida?
Si aparece con vida, la historia no tendr谩 final feliz porque la secuestrada y su familia tendr谩n que lidiar con las secuelas que inevitablemente deja el secuestro? Su cuerpo est谩 vivo pero mataron su alma?
No hay da帽o colateral sino permanente. Por eso es que la trata y tr谩fico de personas no es un delito sino la suma de muchos y as铆 debe ser combatido.
(*) Juan Jos茅 Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo
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