Jueves 15 de abril de 2010

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Dios es sonido. Dios es la armonía y la melodía infinita, que traspasa y vivifica la eternidad; pues todo tiene su base en la vibración. En cada planta, en cada animal, en cada piedra, en todo ser vibra Dios, la vida; la armonía, la melodía eterna.
Todo lo que es hermoso, puro y noble, es expresión de la armonía universal, es expresión de Dios, es sonido.
Cada sensación pura, desinteresada, cada pensamiento positivo, constructivo, cada palabra cariñosa y cada acto justo es un tono, una melodía en la armonía universal divina, en la orquesta universal, Dios.
Y así también una canción alegre o agradable, es decir, música armoniosa, es una parte en la gran orquesta, Dios.
Con la música se pulsan las finas cuerdas del alma y ésta intuye la armonía de los mundos eternos.
La música armoniosa es por tanto un modo de sumergirse en el sonido divino, en la sinfonía del universo. Ella eleva y aligera el interior y le permite tomar parte en la armonía universal del Cielo.