Jueves 21 de enero de 2016
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Precautelar la existencia de la familia es deber de todos especialmente si, en estos últimos años, mediante disposiciones oficiales secundadas por programas televisivos, se incita a su desintegración paulatina al extremo de poner enfrente a los hijos contra sus padres.
Es imperioso que desde el mismo seno hogareño, el padre, la madre, asuman su responsabilidad futura como guías y protectores de sus vástagos, inculcándoles principios básicos de hermandad y respeto mutuo que fortalezcan el privilegio de ser una familia unida, dispuesta a enfrentar las vicisitudes que se avecinan.
Asimismo, querer transformar el país en un Estado ajeno al de República, no da derecho a que los gobernantes se inmiscuyan en la vida de los habitantes, por cuanto el proceso plurinacional del que tanto se alardea, no tiene convicción sólida desde el momento en que el pueblo, día que pasa, rechaza esa contextura porque no garantiza el derecho de libertad, independencia y soberanía democrática.
Frente a esa realidad, los afanes políticos de convertir a Bolivia en fácil instrumento del entuerto engatusador del socialismo, ahora se abocan a hurgar el entorno familiar para desestabilizarlo hasta obtener que los hijos, todavía adolescentes, contradigan a sus padres desde su misma formación educativa, tomando rumbos contrarios a las normas de buena educación.