Han pasado varios años desde que se eligió nuevos integrantes para reordenar o reorganizar el Poder Judicial, pero los resultados que se esperaba no se produjeron y, al contrario, empeoró la mala administración de Justicia que como en todo país bien organizado debía funcionar mejor que los otros Poderes del Estado y, en situaciones especiales, ser ejemplo de idoneidad, honestidad y sentido de responsabilidad.
La Justicia está ligada muy íntimamente a los principios de Libertad y Democracia; es la Justicia parte sustantiva del sentido de caridad y amor a practicarse por el ser humano y por las instituciones de un país; en otras palabras, no puede haber Justicia sin los principios de caridad, bondad, eficiencia, honestidad, responsabilidad y alta moralidad.
Para el público litigante, la Justicia en Bolivia "es la peor injusticia"; todo debido a que la administración de este bien supremo, no funciona como es debido, su administración es precaria, el comportamiento de muchos de sus miembros no es el adecuado ni correcto, limpio y responsable y en varios casos está contaminado por la corrupción que se traduce en prevaricatos y delitos que sólo se encuentran en las mafias organizadas y que causan graves daños a la sociedad.
La mala administración de Justicia da lugar a que en muchos estratos de la sociedad se crea que "todos los fiscales, jueces y personal es corrupto, irresponsable y falto de moral para el desempeño de la función encomendada". Falso concepto que, efectivamente se puede aplicar a muchos de los integrantes de tan importante Poder del Estado, pero se puede decir con mucha seguridad, que hay fiscales, jueces y personal de los juzgados que son honestos, dignos y responsables; pero, lo malo salpica, cunde, se contagia en muchos casos, aplica el dicho del dejar hacer y dejar pasar y, con su comportamiento, el personal malo arrastra y corrompe al personal eficiente, honrado y responsable. No caben, pues, las generalizaciones.
En todo caso, lo que corresponde es reestructurar - administrativa, moral, funcional y profesionalmente - todo el sistema judicial, no dejarlo con parches y remiendos provisionales que, a muy poco tiempo, asumen, otra vez, la condición mala por la que es condenado. Colegios de abogados, jueces, fiscales y personal en ejercicio y que tengan un mínimo de conciencia y honestidad, con seguridad que estará conforme con una reestructuración total, lejos de intereses creados; que quienes sean elegidos sea por méritos morales y profesionales, que sean idóneos y responsables, que tengan conciencia y principios de caridad y humildad, dotes importantes para servir y amar la Justicia. No caben ya las conveniencias de partidos políticos, recomendaciones e intereses personales que son subalternos, interesados y seguros portadores de corrupción.
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