Cuando se habla del contrabando, se evalúa su dinámica funcional, es decir el modo en que se desempeñan los protagonistas de esta actividad ilÃcita, hay que convenir en que la misma se ha convertido en toda una institución.
El negocio tiene todo un sistema de control, elemento humano comprometido que trabaja en control de avanzada, utiliza equipos de comunicación de alta tecnologÃa posiblemente más sofisticados que los utilizados por la Aduana, hay poblaciones de "recarga y descanso", por donde pasa el contrabando más no el control de ninguna autoridad, menos la aduana y el COA, por lo mismo son centros de peligroso tránsito para "particulares".
Este negocio crece desmesuradamente, del sistema restringido en que se desarrollaba tiempo atrás, en la actualidad se ubica en centros comerciales, camuflados en galerÃas y en puestos de ferias semanales, está en la vÃa pública y tiene grandes depósitos en los que muy eventualmente se hacen operativos.
La situación es compleja, pues lo que se observa claramente es que asà la aduana se empeñe en operativos contra el contrabando, son más activos y eficientes los comerciantes irregulares que manejan tan lucrativo negocio, con discreta "licencia" de operación, no causan problemas sociales, y generan miles de empleos bien remunerados. Lo malo y pernicioso es que no contribuyen a la economÃa nacional, pues se trata del sector de millonaria evasión tributaria. Una flagrante injusticia institucionalizada.
Fuente: LA PATRIA
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