¿Pueden morir los libros? Pregunta demente, torturante, vital, para quien tiene en la cabeza una biblioteca universal, en donde están unos al lado de otros, los cuentos de hadas búlgaros, las novelas de Dickens, el teatro de Strindberg, el Leviathan de Hobbes, Shakespeare, Wedekind, Gottfried Keller, Confucio, Kafka, Sócrates y muchos más. Para un ciudadano del mundo, gran escritor alemán, judÃo nacido en el sur de Europa central en una Bulgaria a medias turca, "en donde se podÃa oÃr hablar seis o siete lenguas diferentes al dÃa". Para un exiliado viviendo en un mundo de desterrados y que se siente como en su casa, por haber vivido en esas ciudades, lo mismo en Viena que en Zurich, y en Londres lo mismo que en BerlÃn. Para un hombre a quien la lectura procura "emociones tan violentas y que lo tienen a Ud. en vilo durante semanas, para no abandonarlo ya nunca jamás".
Es en Masa y Poder, texto monumental en el que trabajó durante más de veinte años, desde 1935 hasta finales de los años cincuenta, renunciando a su deseo de volver a hacer obra literaria, en donde se profundiza su intuición primera sobre esa extraña fuerza que empuja a los hombres, desde que son masa, a transformar a los demás hombres en cadáveres, y que no es otra que el miedo. La "masa" no es en ningún caso la suma de sus partes, tiene sus leyes, sus propiedades particulares, casi fÃsicas, análogas a las del fuego; Canetti las inventarÃa, dibujando asà una especie de fresco alucinante, en donde se ve desfilar, sin que jamás sean nombradas, las multitudes delirantes que, en el Este lo mismo que en el Oeste, atraviesan los siglos a paso de ganso. "Lo peor que puede pasarles a los hombres en una guerra, perecer juntos, es justamente lo que les ahorra la muerte individual, aquello que temen por encima de todo".
Erigido por encima y antes de la masa, Canetti ve la figura del detentador del poder instalado en una paranoica absoluta que lo deja solo en lo universo, único sobreviviente de un mundo en el que toda la humanidad habrÃa perecido. En ese deseo de sobrevivir a los demás, Canetti descubre la raÃz de todos los deseos de poder. Opone asà en una pareja diabólica la unicidad asesina de la masa empavorecida y la unicidad paranoica del sobreviviente que se cree único en el mundo. Ahora bien, es precisamente en el rechazo del Uno, en el amor a la multiplicidad de los seres, de las ideas, de las lenguas, de los espacios, de las aperturas, en donde se enraÃzan las certidumbres de ElÃas Canetti.
Esta fantasÃa nos emociona tanto porque en ella puede leerse, oblicuamente, toda la historia de su infancia. La autobiografÃa de Canetti lleva por tÃtulo esta fórmula enigmática: "La lengua salvada" (Die gerettete Zunge).
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