Si hay algo en lo que coinciden los grandes sectores sociales es que la mejor manera de entender al pueblo es escuchando sus pedidos, de ahí que el propio mandatario se comprometió a gobernar haciendo práctica de esta instancia que además debe ser parte de la responsabilidad de todas las autoridades.
En los últimos días se ha podido observar en nuestra ciudad la reacción de ciertos sectores de vecinos que movilizados en las calles expresaron su rechazo a cierto proyecto municipal de construir un largo "paso a desnivel" en la intersección de las avenidas 6 de Agosto y del Ejército, donde según la autoridad edil podría habilitarse una especie de "prado orureño" y reemplace a lo que se considera una autopista, por el intenso tráfico vehicular.
Los orureños, víctimas de los proyectos mal ejecutados, generalmente de larga duración y de incumplimiento total a cronogramas definidos cuando empiezan las obras, observan que el "monumental proyecto", alterará por mucho tiempo las actividades en una zona evidentemente conflictiva por la circulación de motorizados en cuatro sentidos, pero que puede remediarse con una buena organización de orden vial con agentes de Tránsito, buena semaforización y disciplina ciudadana, lo que evitará gastos desmedidos en enormes planes que no son prioridades de mejoramiento urbano.
¿Quién tiene la razón? Por lo menos, en tanto no sea expuesto un adecuado proyecto, justificado en su utilidad social, debidamente financiado en función a la capacidad económica del municipio y lo más importante que su ejecución responda a una necesidad urbanística exigida por la comunidad para mejorar las condiciones de habitabilidad colectiva, puede ser un proyecto interesante.
En los planes electorales para copar el municipio orureño, los postulantes se esmeraron en sus ofertas, algunas "monumentales" y fuera de las perspectivas reales de la economía municipal orureña, ahora mucho más restringida por los recortes que sufrirá en su presupuesto efectivo, por lo mismo ciertos anuncios de los candidatos fueron tomados como parte del matiz proselitista propio del tiempo de campañas.
Los programas de orden social, que realmente son parte prioritaria de los anhelos ciudadanos, se tomaron en cuenta para definir la corriente eleccionaria a favor de futuras autoridades con criterio de servicio, de responsable uso de recursos para encarar proyectos de beneficio efectivo para la población.
La comunidad no olvida que entre esos proyectos viables, útiles, de dimensión colectiva se esperan por ejemplo, los servicios básicos fundamentales, agua y alcantarillado, energía eléctrica domiciliaria y alumbrado público, calles con aceras y calzadas transitables en los barrios periféricos, la construcción del mercado central y el embovedado del Canal Tagarate, proyectos de vital importancia, que por supuesto serán parte de un anhelo generalizado de vivir con dignidad.
Indudablemente que la ciudad debe tener obras de impacto urbanístico, pero estas deben ser debidamente planificadas, justificadas en su proyección y beneficio social, de modo que no se conviertan en grandes monumentos a la irresponsabilidad y el despilfarro de los limitados recursos del pueblo.
Ejemplos sobran en nuestro medio, obras entregadas sin ser concluidas, otras planificadas con cierto cronograma que se amplía en tiempo descomunalmente, con los perjuicios, molestias e inseguridad que tienen que soportar los vecinos en su generalidad. De hacer obras hay que hacerlas, mejor escuchando al pueblo para interpretar sus anhelos y verdaderas necesidades. El dinero del pueblo debe ser bien utilizado.
Fuente: LA PATRIA
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