Absolutismo medioeval sobre la libertad de expresión
09 ene 2016
Jaime D´Mare C.
El absolutismo colonial en el Abya Yala y el absolutismo imperial en Europa negaron y controlaron toda forma de libertad, incluyendo la de expresión por más de seis mil años, hasta que llegó la revolución de 1789, sustentada por burgueses liberales, que rompió con el esquema medioeval de coacción informativa, instituyendo la libertad de expresión. Desde entonces, cerca de 230 años, se ha venido batallando por su plena vigencia, que paradójicamente, en nuestro medio, son aquellos que a voz en cuello se declaran anticolonialistas, antiimperialistas, antineoliberales los que la esclavizan, los que la controlan y someten.
La "venerable" libertad de expresión permite a todos ejercer sus facultades de emitir sus ideas, juicios, crÃticas, opiniones, decidir, votar en elecciones o consultas sin presiones ni sugestiones, menos amedrentamiento, haciendo posible de esa manera la participación de todos en la construcción y administración del Estado, ejerciendo roles democráticos, como exige este derecho de libertad.
Con medios y periodistas atemorizados, acusados con real malicia de ser derechistas, neoliberales, imperialistas; con persecuciones polÃticas, amedrentamiento a opositores, contra quienes escriben y critican al gobierno, al Presidente, con coludios mediales y el transitorio poder polÃtico incurriendo en daño hacia la opinión pública, con el monopolio de los canales de Tv del Estado excluyendo a los otros sectores ciudadanos, sustentando 40 radioemisoras, 40 semanarios y quincenarios, con desinformación sobre escandalosos casos de corrupción, en fin, ¿se podrá hablar de libertad de expresión?
No hay duda que la entrega de obras -como reclama el Presidente-, es resultado de una gestión, pero no es propio de la libertad de expresión. No es necesario ni hace falta entregarlos en propagandÃsticos actos, ni bajo soterrado proselitismo, por ser actos propios de desinformación, no sólo en tiempos electorales. Es obligación de los gobernantes informar. La democracia exige informar sobre los resultados de gestión, dar a publicidad, informar al público públicamente, pero no hay que confundir publicidad con propaganda polÃtica mucho menos con campañas polÃticas, que están calificadas como delitos en tiempos preelectorales y es nomás una forma de actuar fraudulentamente, con descarada ventaja.
La libertad de expresión reclama pluralidad ideológica como principio democrático y como función de los medios de comunicación social, condena los monopolios, las concentraciones mediáticas estatales o privadas, exige que los medios se abran a todas las opciones ideológicas precisamente como forma de contribuir y fomentar la discusión el intercambio de ideas y opiniones para la marcha democrática. Es contraria y no admite el cautiverio de la palabra escrita u oral, de las ideas, ni de los instrumentos por los cuales se amplifican. Hace más de dos siglos que se han desplazado esas medioevales actitudes, que hoy parecen revivir como en tiempos inquisidores.
(*) Periodista
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