Lunes 04 de enero de 2016
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Pocas lecturas habrá superiores al Tao Te King y a El Camino, de Chuang Tzú. PodrÃa eliminarse gran parte de la literatura universal sin que la echáramos de menos si podemos gustar con la punta de la lengua la sabidurÃa del Tao, nada digamos si acertamos a tragarla.
Acercarse a los textos sagrados del I Ching, o libro de las mutaciones; al Tao Te King, de Lao Tsé o a los de Chuang- Tzú o a las obras de Li- Chi o de Lie-Tzu, es abismarse en la esencia del pensamiento taoÃsta que, como el sabor del té, no puede explicarse pero puede alcanzarse. Y "saber cuando detenerse".
Siempre me ha impresionado la ignorancia supina e irresponsable que en la formación universitaria tenemos de las grandes tradiciones y de la fenomenologÃa de las religiones. ¿Qué nos han enseñado sobre las milenarias civilizaciones china e hindú, y sobre las grandes cosmovisiones que se recogen en sus libros, en sus construcciones, en su arte, en su vestimenta y en su manera de vivir que tanto han influido en nuestra propia vida de occidentales? ¿Acaso no nos han secuestrado a los españoles uno de los grandes pilares de nuestra cultura y manera de ser? Enfatizaron los pilares judeocristiano y el greco romano, pero nos ocultaron y desposeyeron del árabe musulmán. Nunca pagarán por esa amputación. ¿Cuándo nos formaron sobre el animismo de africanos y otros pueblos, del Budismo, ShivaÃsmo, Zen, Islamismo, sufismo y de tantas tradiciones que han influido e influyen en nuestras vidas? Recuperar esas riquezas y colmar esos vacÃos nos ayudarán a saber mejor quiénes somos y cómo acercarnos y acoger a personas y miembros de otras tradiciones. De nada servirán los avances y conquistas de la tecnologÃa si no nos abrimos a los saberes de otros pueblos y culturas.