Otra gestión más sin desarrollo y sin planificación
04 ene 2016
Jorge Lazzo Valera
La gestión pasada deja un saldo negativo si valoramos los resultados alcanzados durante el 2015 a nivel del desarrollo regional y el crecimiento local, aunque las autoridades se ufanen de mostrar un "avance formidable" y "logros alentadores" que buscan justificar un supuesto trabajo efectivo pretendiendo mostrar una buena administración, que para ser tal no debe ser sólo cuestión de entusiasmo, sino más bien de toma de decisiones para concretar acciones efectivas.
Para muestra basta un botón -dirÃan los expertos- al confirmar que la minerÃa sufrió el mayor impacto negativo por la reducción del precio de los minerales en el mercado internacional de los metales y la paralización de las actividades productivas, que devastaron a la minerÃa chica, dejaron sin opción a la minerÃa mediana y redujeron los ingresos provenientes del pago de las regalÃas que afectan notablemente a la economÃa departamental y regional, fruto de inseguridad jurÃdica y falta de una polÃtica minera y metalúrgica que fomente la producción minera en el paÃs.
Las cifras negativas ya mostraron una primera reducción en 20 millones de bolivianos, por la baja de la cotización del estaño, sin embargo las autoridades no dicen nada del cierre de la empresa minera Inti Raymi, que pagaba importante contribución por regalÃas del oro, no mencionan a la minerÃa chica que entregaba toda su producción a la Metalúrgica Vinto para garantizar sus exportaciones, lo mismo que la reducción de ingresos por el valor agregado que eso representa, en función de la creación de empleos generando importante giro económico regional.
La desaparición del lago o como se quiera explicar, no es problema de contaminación minera, procedente en gran parte de operaciones del sector estatal, tampoco sólo el cambio climático, sino resultado del descuido de las autoridades que no supieron en su momento frenar el desvÃo de las aguas del Lago Titicaca en la cuenca alta, cuya administración y manejo corresponde al Perú y la falta de control del afluente del rÃo Desaguadero, para lo cual se formó incluso una misión binacional denominada Subcomilagos que no dio ningún fruto al margen de la adquisición de una barcaza, cuyo destino se desconoce.
A todo ello se suma la ausencia de capacidad de nuestras autoridades para decidir el futuro de la región, porque siempre se quedan en simples anuncios, en promesas incumplidas y hasta ofertas electorales que se suman a un cúmulo de "buenas intenciones" que por lo general sólo quedan en eso, en meras intenciones, dejando postergadas las aspiraciones de la escasa población orureña que se ha visto drásticamente reducida al extremo que ni siquiera resulta interesante para definir un proceso electoral con algo más de 300 mil votantes.
Esa normativa tiene que fijar el Plan de Ordenamiento Territorial que no se ejecuta, se licitó en la anterior administración municipal y no hubo proponentes -seguro porque el monto base para adjudicar el estudio a diseño final no alcanza a la tercera parte de la proyección real- lo que dificulta y posterga indefinidamente la aplicación del modelo de regulación urbana que urge tener Oruro.
Mientras el Municipio defina el tema del Plan de Ordenamiento Territorial, en la Gobernación siguen abarrotados varios volúmenes del antiguo Plan Regulador Urbano, quizá a merced de roedores en un depósito y sin que nadie haga prevalecer las normas legales, aunque desactualizadas pero vigentes para normar el crecimiento de la ciudad. El estudio del Plan Regulador fue realizado por la desaparecida Corporación de Desarrollo de Oruro, más conocida como ex Cordeor, que transfirió esa y mucha otra documentación a la Prefectura del Departamento, hoy Gobernación.
Por esas actitudes el crecimiento de Oruro se reduce a la "iniciativa" de las autoridades, el criterio de los vecinos y en definitiva las obras que se aprueban en el Plan Operativo Anual (POA), que no siempre consignan grandes proyectos que garanticen un crecimiento sostenido y sustentable de nuestra capital. Se aplican parches y remiendos para una capital que fue la primera ciudad que se construyó en Bolivia con un modelo de planificación urbana y con plano aprobado, que se quiere dejar de lado para ejecutar pequeños proyectos.
La obra que se deshace a pedazos y nunca fue concluida es la avenida 24 de Junio, donde los conductores que circulan por la vÃa en tono de mofa afirman que "por ese jardÃn de obstáculos deberÃa correrse el Dakar", porque tiene rompemuelles, huecos y no cuenta con señalización, además de constituir un freno para el crecimiento urbano al no tener conexión directa con avenidas de las nuevas urbanizaciones.
Para que la población quede satisfecha, se debe contar con un modelo de crecimiento y desarrollo urbano que será la brújula que guie el futuro de nuestra región, para saber en definitiva hacia dónde queremos ir, que zonas serán urbanizables, conocer la densidad poblacional y hasta fijar las áreas para el relleno sanitario, las industrias, equipamiento y verdes, que dicho sea de paso son cada vez más escasas por falta de planificación urbana. Ojalá las autoridades asuman ese desafÃo de garantizar el estudio a diseño final del Plan de Ordenamiento Territorial para impulsar nuevos proyectos sin descuidar que esas obras se concluyan, para no seguir haciendo más de lo mismo.
(*) Periodista
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