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Domingo 03 de enero de 2016

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Cultural El Duende

Administradores

03 ene 2016

Franz Tamayo

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Grande arte es saber hacer.

Dos cosas hacen al hombre de estado: el conocimiento de hombres y de cosas por una parte, la voluntad de obrar por otra.

Hombres hay que a pesar de una gran preparación intelectual, no por no haberse refregado jamás con los negocios de la vida corriente, llevan a la administración pública un intelecto nutrido pero estéril, y llevan su ciencia de ensayo en ensayo, digo de error en error.

Otros por el contrario, armados de un entusiasmo enérgico y sano, hombre de buena voluntad y buena intención, con una excesiva confianza en sí mismos, desconociendo la fuerza y el saber de los demás hombres y pensando que todo lo excusa la patriótica intención, llevan al negocio público una acción fecunda tal vez, pero que nunca deja de comportar desaciertos, a veces de carácter irreparable. Esta es una de las formas de la inexperiencia política: el desconocimiento de los hombres y la mucha confianza en el propio patriotismo.

El demasiado ardor por el bien patrio, como todo exceso, es siempre malo, pues en ciertos casos puede llegar a ofuscar una facultad indispensable en el hombre de estado: el frío y libre criterio de las cosas. Est modus in rebus: las cosas tienen su medida.

Vivimos en un tiempo en que la ciencia política ha llegado a su más alto grado de perfección y madurez; pero para alcanzarla precisa salir un poco de los estrechos límites de la patria boliviana. Es en la Europa occidental, en los Estados Unidos, es en el lejano Japón donde debemos de buscar las grandes lecciones políticas.

¿Qué es en estos célebres países la política? Es tal vez la arena en que chocan y luchan grandes y profundos principios y tendencias religiosas como en la antigua Asia o en la Europa medioeval? ¿O es tal vez el campo en que combaten las grandes pasiones populares o de casta como en la Grecia de Alcibiades o en la Italia de Médicis y Borgias?

¿O es por ventura el teatro ideal en que se traducen y personalizan generosas especulaciones políticas a la manera de Platón o de Kant, de Hobbes o de Comte?

¡No señor, nada de eso!

La política de hoy, gracias a cuatro mil años de experiencia y de desastres -la grande, la única, la verdadera política-, es un negocio, el más vasto, el más comprensivo de los negocios humanos.

Es esta verdad que, a martillazos, debemos clavar en la cabeza de nuestros gobernantes; y como regla universal es el desconocimiento de esta verdad, grande como el mundo, el origen de todos los errores de nuestros mejores hombres públicos.

Necesitamos hombres prácticos y preparados, hombres todo experiencia y todo voluntad, y no fabricantes de discursos, doradores y adoradores de la propia gloria o vanagloria.

La instrucción pública, la milicia, las finanzas nacionales, la industria y el comercio, la higiene y la salud pública son otros tantos negocios que demandan compleja y laboriosa preparación.

Y se necesita un conocimiento íntimo de la geografía del país, ya de su historia industrial, política o financiera, o el de sus condiciones étnicas y morales, y por sobre todo esto la justa ponderación de sus fuerzas y necesidades. Además, precisa conocer lo que pasa en cada una de estas ramas de la administración pública en países que puede servirnos de lección y modelo. ¡Qué experiencia podemos tomar, sin salir de los cuatro muros de pobreza e ignorancia en que vivimos aprisionados!

Busquemos la gente rica de propia experiencia, y rota en el struggle for life diario e implacable. Esos mamaron directamente savia de verdad y energía de la ubre de las realidades, y son discípulos y favoritos de la ruda naturaleza.

Busquemos verdaderos business men para la cosa pública, verdaderos administradores políticos, aunque el epíteto sea modesto; y pongamos en la medida de lo posible, como dicen los ingleses:

The right man in the right place

Franz Tamayo Solares.

La Paz, 1879 - 1956.

Poeta, político y diplomático.

De: "Colección de Folletos Bolivianos"

volumen II - 1983-5

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