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Domingo 03 de enero de 2016

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Revista Dominical

Feliz Año Nuevo

03 ene 2016

Por: Márcia Batista Ramos - Escritora - mar_bara@yahoo.es

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Llegamos a los últimos días del año 2015, de nuestro calendario gregoriano, y las noticias tan cotidianas de las desgracias ajenas, siguen zumbando en nuestros oídos distraídos y conformados. Vivimos en un mundo con un corazón mutilado, que no tiene muchas oportunidades de curarse íntegramente. En medio de esta barahúnda, tal vez, sintamos congoja; pero no es suficiente�

El dolor llega sin pedir permiso, especialmente, cuando la realidad supera la ficción.

Bombardearon una ciudad en Siria y la sangre de los niños se mezcló con los destrozos de los edificios. Los cuerpecitos descuartizados recordaban viejas muñecas de juguete en un basural. La polvareda, el humo y el olor a quemado, envueltos por el sonido de la explosión, no representan nada frente al horror que ellos experimentaron. ¡Que Dios nos libre de terminar como ellos!

No cabe la menor duda de que todos ellos eran inocentes. ¿Para qué se supone que es la vida?

Otro año se fue, pasó rápido y seguramente no hicimos muchas cosas con la excusa de la falta de tiempo; y en medio a preocupaciones triviales percibí que el mundo enfermo está ardiendo en llamas, mientras muchos niños pobres mueren de hambre y sed en algún país subdesarrollado; y las políticas, negociadas en palacios de mármol y cristal se pierden entre flores importadas y no llegan a los niños famélicos.

Es todo tan vil. Es el ocaso del sueño. Son muchas las formas de empañar la luz con el dolor y el miedo.

Tantas cosas ocurrieron y la ciencia avanzó a pasos largos en el año que se extinguió; los avances fueron gigantescos; tuvimos que aprender las nuevas tecnologías; y ver que lograron trasplantar rostro y corazón; sin embargo, nos dimos cuenta que no logran implantar buenos sentimientos. Ya que mentes mal pensadas inventan enfermedades en laboratorios y nos las presentan en grandes titulares.

Los más poderosos buscan perpetuarse en el poder y la situación de los más débiles es a cada día de mayor riesgo y vulnerabilidad.

En los medios de comunicación hablan de las tragedias como simples cifras. Muchos se ahogan en travesías desesperadas buscando mejor suerte en el exilio. Otros, contabilizan cuerpos a diario y, como siempre, se olvidan de las almas. Como si las vidas fueran de hojalatas. Recuerdo la franja de Gaza y otros tristes escenarios en destrozos que no pudieron vestirse para esperar la Navidad.

Los desposeídos del planeta, se multiplicaron sin ilusiones; esperan un misil, como historia final.

Pasó más un año. Pasaron miles de años y las malas historias se repitieron. La humanidad parece no haber aprendido. La memoria colectiva parece que sufre de Alzheimer. El Papa pide paz, habla de "vencer el mal con el bien y transformar el odio en amor y hacer así más limpio el mundo". La inmundicia del mundo es tanta, envuelta en consumos superfluos�Y la voz del Papa no produce eco.

¡Somos tan vulnerables! En medio del caos busco tu mirada. Es todo muy duro e infame. Cuando estudien nuestra época nos tendrán compasión.

Todo está ocurriendo demasiado rápido. Mienten que el mundo, ahora, es globalizado mientras seleccionan las noticias que deben impactar a través de la televisión o de las redes sociales. Al tiempo que los desposeídos del mundo sienten retorcijones en sus estómagos vacíos y los discursos hipócritas se amontonan en mesas de negociación que enriquecen a unos a costa de otros.

El ritmo de las mentes mal pensantes sigue al mismo compás sin importar a quienes hiera.

Nuestra alma está clisada por tantos desencantos. Todos los días, nuestra mente tropieza con cosas que parecen inverosímiles, pero, son realidad. El año se acabó y dejó las mismas incertidumbres, ya que muchas familias fueron desmembradas por la mafia del narcotráfico y que muchas madres siguen pariendo para que la miseria de las calles críe a sus hijos. Es el dolor que florece en las calles de la vida.

Son los jardines que no nos gusta mirar. Crearon fórmulas para producir infelices y las utilizan con presteza, pues la guerra genera dinero.

Otro año se terminó y el dolor se amontona, los hospitales son insuficientes. Aun así, los políticos no entienden que nada resiste en nuestro mundo de apariencias. Todo caduca, perece� Ninguna gloria es inmortal. Nosotros sabemos que se extingue la vida y el poder. La vida siempre se termina sin concretar todas las posibilidades, ella tiene gran capacidad de romperse. La vida es tan vidriosa� casi sutil.

Las guerras en nuestro mundo, son innúmeras y comprueban que la fragilidad de la vida es tan grande cuanto la propia vida.

Un dron mató al hombre que asesinaba ante las cámaras desafiando al planeta civilizado. Son viejas heridas, carcomiendo al planeta azul. La justicia es inconsistente por sí misma. Mientras nuestra ingenuidad pretenciosa nos permite soñar con un mundo mejor. Otros en un lugar seguro, con flores y lujos superfluos, en otra parte del mundo, discuten las políticas y medidas a ser tomadas para frenar la guerra.

Ellos hacen la guerra. Es todo inicuo. No sabemos ante qué vivimos y qué sucederá después. Pero somos gente de fe. Tenemos esperanzas.

La vida palpita como una posibilidad infinita� Pero, en un instante se acaba y se termina la infinitud de posibilidades que representaba. Porque la vida es tenue y pasajera. Así, de sutil es nuestro amor. Es el agua desbordando el río cuando terminó un año más, y escribo la canción de amor y de muerte de un espectador desahuciado. Escribo una historia triste, la historia de nuestro tiempo�

¡Feliz Año Nuevo!

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