Viernes 01 de enero de 2016
ver hoy
"A Dios", se despedían los niños cruzados cuando partían sin saber qué les aguardaba, cuántas batallas perdidas, cuántas ilusiones enterradas; cuántas decepciones les revelaría la miseria humana. Partían confiados en ese Dios, dejando de lado el calor familiar, la seguridad de una comunidad, lo conocido. Los misioneros, desde aquellos primeros 72 que envió Cristo, se despojan de sus ataduras materiales para servir al Otro, generalmente al más pobre, al paria despreciado. Las Hermanas de la Caridad de Nevers asumen ese compromiso.
Por ello, vos, Esther, Ana salieron de Chile, de España, de Francia, donde los lechos son cálidos para compartir la colcha envejecida de los jucumanis, para comer lo mismo que los mineros en Siglo XX, para andar por el páramo con el objetivo de aliviar a un tuberculoso o a una parturienta ensangrentada.
Donde nadie se atrevía, mucho menos el Estado o un estalinista estuvieron vos y tus compañeras. Las vi demasiadas veces, ¡22 años! repartir el almuerzo a los mendigos de Llallagua, a los que nadie se acerca porque huelen a la próxima muerte. Sólo la Pastoral Penitenciaria se acercaba a consolar a los presos, pobres que ni hablan el idioma de los procesos. Apoyaron la difusión de los Derechos Humanos, del rol del Defensor del Pueblo, de la lucha contra la corrupción.