Hay que empezar el año pensando en positivo, lo negativo tendríamos que haber dejado en el año que concluyó. Hay que comenzar la nueva gestión con un toque especial de idealismo hacia el cumplimiento de objetivos que sean parte de la esperanza que alienta nuestro mejor ánimo para vivir en paz y armonía los 365 días del nuevo calendario.
Hay que empezar el año tomando con mucha responsabilidad y conciencia dos puntos altamente importantes y que casi de manera general, los dejamos fuera de práctica en el transcurrir mecánico de nuestra actividad. Se trata de afrontar cada día de nuestra vida, haciendo buen uso de dos elementos: hablar y escuchar la mejor forma de acercarnos entre interlocutores y dialogar, intercambiar ideas, transmitir pensamientos y exponer ideas, respetando criterios de nuestros interlocutores, lo importante es evitar que se rompa el diálogo.
Cosas negativas no faltarán, pero es necesario compensar esos altibajos buscando el predominio de las cosas buenas, que necesariamente tenemos que encontrar en la búsqueda de una convivencia pacífica y armoniosa relación entre gente que busca vivir mejor, de eso se trata de encontrar juntos las condiciones apropiadas para superarnos y alcanzar la meta de nuestras aspiraciones.
Todo lo dicho puede resultar en simple retórica si no se añade el toque realista de la responsabilidad ciudadana, pero en este caso de los que manejan la cosa pública y de los que esperan labores responsables, el cumplimiento de muchas promesas con el buen uso de los recursos del pueblo.
Los pronósticos para el flamante año no son de los mejores, pero tampoco son de calamidades continuas, el dicho popular señala que "en todas partes se cuecen habas" y en esa alternativa en muchos lugares se confrontarán problemas, lo importante es que se adopten medidas oportunas para hacer menos dramáticas las consecuencias por ejemplo de algunos desastres naturales.
En otra dimensión, lo imperdonable es que a sabiendas de daños que se infieren a la sociedad se mantengan actos de corrupción sin que se ponga remedio a esa mala práctica que lastima conciencias y altera la felicidad de núcleos familiares. Lo ideal es que se eliminen esos hechos negativos y se dispongan remedios que alienten la vida decorosa, solidaria y ajustada a las leyes, la justicia y los derechos humanos.
Lo malo del año pasado no debería repetirse en la nueva gestión. Las acciones de la política partidista, arribista y sectaria es un mal que corroe conciencias y altera la voluntad de servir sin condiciones, que en todo caso debiera ser parte de los propósitos de una nueva corriente de políticos que piensen seriamente en el país, en su gente con sentido global y ya no sectorializando los llamados movimientos sociales que son parte de intereses que se benefician parcialmente, olvidando o discriminando a una gran proporción de la población que vive en pobreza o que no recibe adecuadamente los réditos que merece su esfuerzo y contribución al Estado.
Hay mucho que practicar para cambiar, es cuestión de mentalidad positiva y fraternal, pues se trata de que el país, sea un gran hogar con familias que tengan iguales beneficios a la hora de compartir.
Aprovechemos el principio del año, que es una muestra de renovación de la vida, formemos propósitos firmes y reales que nos lleven a una verdadera renovación. Hagamos práctica de que en nuestra vida, después de cada noche, haya verdaderamente un nuevo día. Felicidades a nuestros lectores en el nuevo año.
Fuente: La patria
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