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Domingo 20 de diciembre de 2015

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Cultural El Duende

La huida de Jesús, María y José

20 dic 2015

Versión andina de la sagrada escritura � Estanislao Aquino

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La Navidad es una de las fiestas más esperadas por la niñez y los adultos. Los niños anhelan su regalo, el juguete de su preferencia. En el pasado, entre muchas tradiciones destacaban el cantar villancicos y contar cuentos de Navidad. Entre esas narraciones escuchamos una de las bíblicas, en versión andina que refiere la huida de la Sagrada Familia a Egipto.

José y María llegaron a Belén con muchos otros vecinos de Nazaret. En Belén buscaron dónde alojarse y, en la única posada que encontraron no había espacio para más personas. María necesitaba con urgencia un alojamiento, iba a ser madre, tener un niño. A lo único que pudo acceder fue un corral de animales. Corral con paredes sin techo ni puerta.

José acomodó como pudo a María en aquel lugar. No tenían más cobijas que las que llevaban puestas. Era noche fría, noche de invierno, sólo las paredes les brindaban alguna protección.

Cerca de la medianoche, vinieron los dolores del parto, no faltaron personas caritativas, en especial algunas mujeres. Se hizo una fogata para proporcionarle calor y hervir el agua. Así nació el Niño Dios. Una estrella marcó la hora de su nacimiento. Los pastores dueños del lugar y otros de Belén adoraron a Jesús. Los ángeles anunciaron el nacimiento con trompetas celestiales.

El rey de Judea supo que unos magos estaban buscando al príncipe celestial, les hizo llamar para decirles que en el palacio no había nacido ningún príncipe, pidió a los magos, cuando le hayan encontrado le avisen, él también iría a rendirle pleitesía. Los magos le prometieron que así se haría. Guiados por la estrella llegaron al corral donde había nacido Jesús. Le adoraron junto con pastores y ángeles. Le ofrecieron incienso, mirra y oro. No se sabe qué hicieron José y María con esos dones. Los magos, que también eran reyes, se fueron por otro camino, diferente por el que habían llegado. De esa forma no tenían que decir al rey de Judea dónde se hallaba el príncipe celestial.

El rey mandó a sus guardias buscar al supuesto príncipe, no precisamente para adorarle o llevarle al palacio, tenía miedo de que cuando sea mayor le reclamase el trono. El rey no quería que nadie le quitara la corona. Al no encontrar al príncipe, dio el mandato que los niños menores de un año fueran sacrificados. Así sucedió la matanza de inocentes, por el delito de haber llegado a este mundo en Judea, en los días del censo romano.

Cuando descansaba la familia en el corral, un ángel se presentó a José en sueños para prevenirle de las malas intenciones del rey. El ángel protector del niño Jesús dio precisas instrucciones: Dijo que tomaran un borrico para llevar a María y a Jesús. Que se dirigieran por el desierto con rumbo a Egipto. Que no se quedaran mucho tiempo porque la matanza iba a empezar. Por orden del rey, los niños menores de un año debían ser sacrificados. El rey creía ser el único elegido de Dios.

José se despertó. Tardó algo para poner sus ideas en orden. Un sueño es sueño, pensó si debería creer. No podía consultar con nadie, porque el viaje tendría que ser secreto según recomendación del ángel. No había mucho tiempo, era necesario salvar a Jesús.

Despertó a María y le apremió para que tuvieran todo listo para un largo viaje. Como sus bienes eran escasos, en poco tiempo tomaron el borrico en que llegaron y emprendieron marcha. María con el niño en brazos se acomodó en el jumento, José sería el guía. Egipto era un país lejano pero seguro para ellos.

Durante el viaje, la poca comida y agua se les iba agotando. Cuando María y José sintieron hambre y sed, no había dónde proveerse, todo era desierto árido. No podían detenerse. No podían pedir ayuda a nadie. Con sed y hambre sólo Dios podía darles consuelo. La dura y agotadora marcha se hacía interminable.

En el más afligido instante se les presentó un ángel, no traía agua ni comida. María daba de lactar al niño. Avanzar por el desierto exigía agua. La familia no podía detenerse, los perseguidores podrían alcanzarlos y matar al niño. Para esa emergencia, el ángel llegó con yerba fresca para el borrico que, comiendo tomó nuevos bríos, y para el hambre y sed de los viajeros tenía unas hojas verdes con un aroma no muy agradable.

Les dijo que no eran para comer pero que esas hojas les quitarían el hambre y la sed. Las hojas no se debían masticar, solamente extraerles el jugo dando vueltas en la cavidad bucal. Esas hojas tan oportunamente aparecidas combinaban su amargo sabor con una pasta hecha de quinua y papa cortada en pequeñísimas porciones. Ciertamente, el viaje dejó de ser fatigoso. Se hizo soportable y lleno de alegría porque quedaban convencidos que llegarían a su destino.

Para que los viajeros no se detengan, el ángel distribuyó las verdes hojas en diferentes soportes. Como José debía guiar al borrico llevando la rienda, el ángel le colgó del cuello una "ch´uspa" (pequeña bolsa). A María, que en un brazo cargaba a Jesús, le dio una "inkuña" (pequeño mantel). Ambos objetos estaban tejidos a mano con lana de llama. Por eso es que debido a las responsabilidades diferentes que tienen las parejas, la mujer debe utilizar "inkuña" y el varón "ch´uspa".

Estanislao Aquino Aramayo. Miembro del Comité de Etnografía y Folklore de Oruro

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