Rosa Avendaño, su fiel nana, está en la cocina. Es martes, el dÃa feriado de la semana pasada. La puerta de la reja del antejardÃn está con candado. Janet, la hermana de Rosita, recibe al visitante que llega de sorpresa y se lleva un mensaje para Parra escrito en una hoja de cuaderno. Luego de unos minutos regresa. Janet trae noticias: "Don Nicanor dice que pase".
En el pasillo principal, algunos nombres y números telefónicos anotados en las paredes. Ya no están las máquinas de escribir que alguna vez formaron uno de sus trabajos prácticos con la leyenda "La máquina del tiempo". Solo un baúl y su sombrero estilo explorador. Es como si hubiese una mudanza en proceso.
A inicios de octubre pasado se abrieron las puertas del esperado Museo Violeta Parra en Vicuña Mackenna 37. Parra no lo conoce. Ve unas fotos tomadas con un celular. Se rÃe al ver el cuadro Cristo en bikini, una tela bordada de 1964. "Asà no más: ¡La Violeta nos está dando cancha tiro y lado desde el Cementerio General!". En el museo está la máquina de coser que usaba la autora de Gracias a la vida. "Ahà está la grabadora de la Violeta", dice y apunta un mueble donde hay un artefacto que parece una pequeña maleta. "Es la grabadora que usaba para registrar las voces de las campesinas cantoras", comenta.
En la entrada del museo capitalino, el poema de Nicanor Defensa de Violeta Parra recibe a los visitantes. El autor de La cueca larga recita completo el poema. Y repite dos versos como un mantra, con los ojos cerrados: "Tres veces tú / Ave del paraÃso terrenal". Y cuenta que "todos los dÃas hablo con la Violeta. Las voces que oigo son de ella".
Parra se alegra porque estuvo revisando en la prensa el ranking de los libros más vendidos y aparece Un puñado de cenizas, antologÃa de su poesÃa editada por el sello Lom. "Volvà al ranking, compadre. ¡Estuve todo noviembre en el ranking!". Y retoma la conversación sobre la PoesÃa rusa contemporánea, que publicó en 1971. El volumen reúne una treintena de autores, como Pasternak y Maiakovski, y cierra con la poeta Bela Ajmadúlina. Parra muestra una foto de ella. Es una joven de hermosos rasgos. "Se pronuncia B-i-e-l-a", enfatiza. "Una de las mujeres más hermosas de Rusia", dice sobre la escritora, quien fuera esposa de Yevgueni Yevtushenko.
Han pasado cerca de tres horas desde que Janet abrió la puerta. "¿Usted anda motorizado?", pregunta. Rápidamente se pone de pie. "Nos vamos entonces. ¡A Isla Negra los pasajes!", dice Parra, quien se convierte en el mejor copiloto de la costa saliendo de su casa en calle Lincoln. Nos acompaña Janet. "¡Derechooo... Luego a la izquierda, compadre!", indica.
*Javier GarcÃa. Periodista y escritor chileno
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