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Domingo 20 de diciembre de 2015

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Cultural El Duende

Las Crónicas del Supay

20 dic 2015

Homero Carvalho Oliva

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Sabemos que los mitos y las leyendas son productos de una compleja y sistemática construcción colectiva, son una especie de memoria soñada que tiene que ver con lo que imaginamos y creemos y son elementos constitutivos y vitales de nuestra conciencia individual. En este sentido podríamos decir que los límites de nuestra imaginación son también la última frontera de nuestro mundo.

Mitos y leyendas son territorios en los que se confunde la realidad con la ficción, lo sagrado y lo profano, la verdad y la fantasía. La leyenda pertenece al folclore y por ello corresponde a la más enraizada sabiduría popular de una cultura. Es un relato hablado que conserva la tradición de un pueblo y se va enriqueciendo con el tiempo, transfigurándose, porque expresa la relación de los seres humanos con la historia, la naturaleza y el cosmos, pero también con su interior, con su subconsciente.

Ambos, mitos y leyendas, por su carácter simbólico y, su relación con el inconsciente, están más cerca de la poesía que de la investigación científica; sin embargo al igual que la ciencia intentan explicar el mundo, el origen de los dioses, la aparición del ser humano, el origen de los seres, las cosas, el bien y el mal, así como del apocalipsis. Si creemos que lo que imaginamos es posible, entonces la magia es posible porque está en nuestros pensamiento y en nuestro lenguaje.

Los protagonistas de los mitos y leyendas habitan en la imaginación popular y no pueden ser explicados de manera racional porque son historias para ser contadas. Los mitos y las leyendas han creado seres zoomorfos o antropomorfos de carácter benévolo o malévolo de acuerdo a las necesidades espirituales, sociales, políticas y cosmográficas de los grupos humanos, conectando a través de la magia, la razón y la fantasía.

Por todo el mundo se han escuchado y se escuchan aún los relatos de seres mitológicos o personajes legendarios y en el territorio de lo que ahora es Bolivia, se los ha venido contando desde mucho antes de la Colonia. Los pueblos y civilizaciones que habitaban este territorio, conformado por el País de las altas montañas, el País de los valles floridos y el País de los grandes ríos, poseían una fantástica memoria oral, algunos como productos de un complejo entramado cosmogónico y otros como simples explicaciones de lo sobrenatural.

Uno de los mitos más conocidos en nuestro país es el de la deidad que habita las profundidades de la tierra, especialmente de las montañas, una deidad que fue maldecida por la cultura occidental y cristiana y ha pasado a ser un demonio. De Europa nos llegaron varios de los personajes curiosos que provienen de las tantas culturas del Viejo continente, así como monstruos creados por la propia literatura.

Ahora bien, entrando en materia. Si la novelista cochabambina Sisinia Anze Terán hubiera nacido en la Edad media, seguro hubiera sido una hechicera, una bruja en el sentido de conocer cosas sobrenaturales y medicinas ancestrales, tal vez la hubieran quemado en la hoguera y no hubiéramos sabido de ella; así que menos mal que nació a finales del siglo veinte y hemos podido apreciar, hasta ahora, seis libros de los más exitosos, algo poco común en nuestro país y eso le ganado muchos admiradores y lectores, así como también uno que otro adversario que se muere de envidia al ver que ella publica un nuevo libro con el mismo éxito que el anterior. El libro que nos congrega esta noche sigue la línea de los anteriores de mezclar, como si fuera una alquimista, una hechicera medieval, ficción fantástica con realidad. Ahora intenta una nueva y arriesgada versión del mito del Tío de la mina, del Supay o Supaya y puedo decir que sale muy bien parada del desafío que ella misma se impuso. Las corrientes de esta nueva aventura literaria son algunos de los mitos nórdicos, los mitos andinos, monstruos literarios como el vampiro, hechos históricos, lugares sagrados, personajes reales e ilustres y algunas invenciones propias de la gran literatura.

El libro ya es un éxito en varias ciudades del país y no es para menos, pues su autora domina la técnica de la novela, jugando con los tiempos y los espacios y sabe dosificar el suspenso, haciendo que el lector quiera seguir leyendo hasta terminar la novela y entonces querrá seguir leyendo una segunda parte. Bolivia es un país de tradiciones y costumbres muy arraigadas y era todo reto pretender dar otra explicación diferente a uno de los mitos más populares de Los Andes. Siguiendo la definición propuesta por el escritor Italiano Ítalo Calvino la novela de Sisinia bien puede clasificarse en el género de narrativa fantástica visionario con seres sobrenaturales. Sin embargo, no debemos descuidar el otro elemento que es la historia en la que la narradora se luce incorporando a su relato a personajes como Cristo, Cristóbal Colón y otros. Si bien la historia contada es compleja y pasan por sus páginas muchos personajes secundarios, la historia está muy bien resuelta y mejor escrita. Una buena novela sin duda alguna.

* Homero Carvalho Oliva. Beni, 1957. Narrador,

novelista, poeta y ensayista.

Testamento

El testamento es la declaración de última voluntad de una persona. Esta palabra encontraría su génesis en la expresión latina testis que significa testigo. A su vez, el vocablo testis encuentra su raíz en testicles, que significa? testículo. Antiguamente sólo los hombres podían prestar testimonio y cuando lo hacían, levantaban la mano derecha, mientras la izquierda se la llevaban, no muy disimuladamente, a los testículos, para ponerlos -figuradamente- como testigos de lo que estaban jurando. De allí, entonces, vendría la voz testamento, la voluntad expresada ante testigos.

Testimonio

Algunas crónicas de la Antigüedad registran que tanto los pueblos griegos como romanos tenían por costumbre jurar llevando una de sus manos a sus gónadas; ellos estaban convencidos que si llegaban a jurar en falso, los dioses los iban a castigar enviándoles impotencia y esterilidad. Esta costumbre habría dado origen a varias palabras, cuya etimología sería la locución testis, testigo. Estas voces nacidas de testis son testimonio, testificar, testamento y testículos. Si se revisan algunos diccionarios se va a descubrir que la palabra testigo figura como sinónimo de testículo.

Trabajar

Trabajar significa ocuparse física o mentalmente para producir o conseguir algo. Es aplicarse con desvelo y cuidado a la ejecución de alguna cosa.

Trabajar supone esforzarse, sufrir por conseguir algo, por ejemplo, bienestar para la familia y seguridad en el futuro. El origen del verbo trabajar es muy curioso y tal vez resulte inesperado conocer su raíz. La palabra trabajar encuentra su origen en la voz latina tripaliare cuya traducción es torturar. La locución tripaliare¸ a su vez, viene del término tripalium que significa tres palos, por los tres maderos cruzados que formaban un instrumento de tortura, a donde se sujetaba a la víctima. Hasta el día de hoy los vocablos trabajo, trabajar y trabajador conservan su etimología antigua, con el sentido implícito de sufrimiento y dolor, porque se sufre trabajando. Originalmente la palabra era trebajar, pero esta forma desapareció del Diccionario de la Lengua Española.

* Héctor Velis-Meza. Chile, 1949.

Escritor y periodista

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