Domingo 20 de diciembre de 2015
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En conformidad con la Ley de siembra y cosecha, que es una ley universal conocida desde la antigüedad, se podría decir que el ser humano es prisionero de sí mismo a pesar de que cree ser libre.
Por lo tanto imponerse ante otros es un comportamiento que va justamente contra las palabras de Jesús de Nazaret quien enseñó: "Lo que quieres que otros te hagan a ti, hazlo tú primero a ellos", o dicho de otro modo: "Lo que no quieres que te hagan a ti, no se lo hagas tampoco a los demás." Libre es sólo la persona que acepta y acoge a su prójimo, y quien en sí mismo reconoce y arregla sus faltas.
Por lo tanto la persona libre no presiona ni obliga a su prójimo, ya que él mismo tampoco se presiona. Pero a las personas nos resulta realmente difícil dejar libre al otro, lo cual se debe a que la mayoría aún tienen una conciencia con un horizonte muy estrecho, y no les es consciente que en lo más profundo del alma de cada uno hay un hermano, una hermana del Hogar eterno, que lleva en sí la Ley del amor y de la libertad.