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Recientes noticias acerca del abandono de alrededor del 60% de la población del centro minero Porco, debido a las bajas cotizaciones de los minerales, y que se suman a otras similares conocidas en el último tiempo, debieran encender todas las alarmas. La desocupación en los distritos mineros y, consiguientemente, la emigración forzada, principalmente de cooperativistas mineros, por la imposibilidad de seguir produciendo con niveles mÃnimos de rentabilidad, se veÃa venir y fue advertido desde que en 2012 surgieron indicios de la inflexión en los precios de los minerales.
En el último año, el precio de los metales base (zinc, plomo, estaño) cae en un 27%, mientras que la caÃda del precio del oro y la plata promedia el 10%. Si se compara los últimos precios con los precios de hace 5 años, la caÃda es de casi 28%; siendo la más pronunciada la de la plata (47%). La dimensión del descenso de precios es todavÃa más impactante cuando se compara con los precios máximos (pico) del último quinquenio: 50% en promedio general; 70% en el precio de la plata; 57% en el precio del estaño.
Y si bien los precios de ahora son todavÃa más altos que los precios de mediados de los años 2000, cuando arranca la tendencia alcista de las materias primas, el problema es que paralelamente ha habido una trayectoria de incremento constante de los costos de producción en la minerÃa, de tal forma que con el nivel actual de precios difÃcilmente hoy en dÃa se puede hallar operaciones mineras rentables y con posibilidades de generar utilidades suficientes para emprender nuevas inversiones. Los datos de ingresos y utilidades de las empresas mineras asà lo corroboran.
Por otro lado, es evidente que la capacidad de los actores productivos para generar ingresos fiscales ha mermado considerablemente; incluso en las empresas privadas con capital extranjero que conforman el sector que, de lejos, es el que más contribuye a la generación de la renta minera mediante el pago de impuestos y regalÃas.
Los informes serios de organismos y expertos internacionales, apuntan a que la actual depresión de precios de las materias primas, y particularmente de los minerales, no es apenas una borrasca pasajera sino, en todo caso, un perÃodo más o menos prologando, y que los paÃses productores deben afrontar la realidad de una recesión dolorosa.
La realidad de la minerÃa no es muy distinta del sector hidrocarburÃfero, pero en este último hay el afán de remediar las cosas y atraer inversión extranjera, dejando de lado pruritos ideológicos, con un inusitado pragmatismo, al punto que se tramita una ley de incentivos a la inversión petrolera bajo una figura camuflada de reducción de impuestos. ¿Se pensará en hacer lo mismo en minerÃa?
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