El 12 de junio se conmemorará “El Día Mundial contra el Trabajo Infantil”, será otra jornada como muchas en la que se demandará de los adultos responsabilidad para cumplir recomendaciones que prohíben el trabajo de los niños en el mundo.
En esa ocasión y en evento de gran trascendencia mundial, un día antes se iniciará en Sudáfrica el Campeonato Mundial de Fútbol, que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) aprovechará para lanzar su “tarjeta roja contra el trabajo infantil” será el gol anticipado del mundialísimo torneo.
La proximidad de ese hecho nos coloca en la recordación especial en nuestro medio, del Día del Niño, precisamente en la fecha y de connotaciones muy peculiares por la serie de actos que se cumplirán en todas las ciudades y de manera especial en los establecimientos educativos, con mensajes alusivos a la fecha y de manera especial en defensa de los derechos de este ser ajeno a la realidad, por tanto desvalido, pero no olvidado.
Las condiciones vigentes en el país permiten desde hace mucho tiempo la vigencia del trabajo infantil, ahí están los niños de la calle, lustradores, lavadores de autos, voceadores, ayudantes de talleres de todo tipo, niños niñeros con responsabilidad casi de padres y otros que lamentablemente son inducidos a la mendicidad y en no pocos casos a la prostitución.
Se trata de un estado caótico en que la falta de empleos empuja a padres desocupados, otros desalmados y algunos alcohólicos a vivir del trabajo de los niños en una posición que riñe con las reglas humanitarias del cuidado que deben tener los seres más indefensos de la humanidad, los niños, quienes deben gozar de seguridades para su alimentación y crecimiento, para su salud y educación, con dignidad y sin esfuerzo laboral.
Se habla de los niños y jóvenes como el “futuro del país”, menos mal que se ha cambiado en la realidad el sentido futurista de ese slogan y se lo debe aplicar ahora como que tal generación “es el presente de Bolivia” por tanto su atención debe ser inmediata y no al futuro.
El Gobierno de manera general, los políticos de forma particular, la ciudadanía con responsabilidad conjunta tienen la misión de cuidar nuestro capital humano que comienza en la niñez. Si debe disponerse de recursos especiales, más allá de algunos “bonos” ya dispuestos, los mismos deben servir para fortalecer los planes de orden social que garanticen empleos para que esos padres eduquen mejor a sus hijos, pero además para que se estructuren mayores programas de asistencia general y global a toda la niñez boliviana, sin discriminaciones de ningún tipo.
Es urgente que se rescaten opiniones de quienes creen que la mejor inversión del país debe estar dirigida a cuidar nuestros niños, pero hacerlo con seriedad y responsabilidad, lo que significa utilizar adecuadamente los recursos financieros del Erario Nacional de manera que no se esfumen en proyectos que van por los aires. Los niños merecen el mayor esfuerzo nacional.
Fuente: LA PATRIA
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