Así no lo sostengan nuestras autoridades, las preocupaciones orureñas son muchas, especialmente si esos sinsabores ponen en riesgo la estabilidad humana de los habitantes.
En el caso del lago Poopó, no se puede ignorar el fenómeno natural ocurrido, si no buscar alternativas para mitigar el sufrimiento físico y moral de los pobladores que viven de la pesca y ahora, prácticamente, quedaron sin un medio para subsistir.
El problema no se supera con dichos y recordatorios de otras épocas y es necesario trabajar como se hizo en ocasión de la sequía de la década del 80 del siglo pasado, cuando la Corporación de Desarrollo de Oruro (Cordeor), en coordinación con la Comunidad Económica Europea, gracias a una decisión del gobierno presidido por el doctor Hernán Siles Zuazo, emprendió una labor encomiable, haciendo que el sector campesino del altiplano, recupere su actividad diaria.
Hoy, cuando las condiciones de apoyo son mucho más favorables por efecto de razonamientos técnicos de avanzada, es primordial que se obre en consecuencia, dejando de lado poses demagógicas personales como queriendo hacer creer que la solución llegará por arte de magia.
Dentro de las demás preocupaciones que tenemos, está el hecho de que a poco de finalizar el año no se vislumbra una mejora económica departamental, al estarse diluyendo la incentivación de una mayor producción minera, agregándose a ello, el peligro de cerrarse varias industrias como consecuencia de medidas políticas que solo ahondaran la crisis que se avecina.
De otro lado, también preocupa la forma como se permite la continuidad del avasallamiento territorial poniendo en permanente confrontación a los comunarios como consecuencia de la dilación en los trámites para recuperar algo que nos pertenece.
Así mismo, causa desasosiego el actuar de nuestras instituciones cívicas, cuyos dirigentes olvidando la razón de su mandato, se doblegaron a las instancias gubernamentales haciendo campaña por el "Sí" en un referéndum que contradice el precepto democrático soberano.
Sin embargo de que alguna vez se quiso minimizar la protesta ciudadana por la forma como se vienen destruyendo espacios emblemáticos que son parte de la demostración folklórica más grande del mundo, en la actualidad esa posición de vehemencia se hace sentir como parte de la preocupación latente del orureño al ver que por todos los medios se quiere hacer perder la grandiosidad devocional del Carnaval en honor de la Virgen del Socavón.
Hechas esas argumentaciones, es preciso que la población tome conciencia de lo que sucede en contra de la urbe, debiendo sobreponerse a esa actitud con decisión y firmeza hasta conseguir mejores derroteros que nos lleven a la prosperidad material largamente deseada.
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