No tendría que darse esa asimetría, pero en la realidad el asunto socio laboral de nuestro país funciona en esa instancia, debido a que el porcentaje de empleo seguro es mínimo, funciona en el sector productivo privado, una parte y la otra en el "andamiaje" del aparato estatal, mejor conocido como la administración pública.
El enorme porcentaje de gente que se bate como puede para subsistir, está en el gran contingente de la informalidad, tan variado por sus circunstanciales opciones para miles de personas en todo el país, sumando un enorme porcentaje mayor al 65 por ciento de toda la masa laboral nacional.
Se ha hecho muchos análisis sobre este fenómeno social y se ha establecido muy claramente que la precariedad laboral en el establecimiento de fuentes de empleo seguro, empuja a muchísima gente alinearse en el comercio informal como el modo más práctico y hasta seguro para lograr utilidades que permiten subsistir a una mayoría de trabajadores "cuentapropistas".
Al gobierno le resulta muy difícil crear tantos miles de empleo como los que se necesitarían para neutralizar las fuentes informales de trabajo, que sin embargo solucionan una gravísima deficiencia en la política social del sistema gobernante, donde habla de buenas condiciones económicas de alta finanza, pero que al mismo tiempo son parte de una realidad que se vive en todas las calles del país.
Increíblemente en los últimos días se observan situaciones contradictorias en el desempeño laboral formal del país, con la presión de un organismo como la Central Obrera Boliviana (COB), cuyos dirigentes perciben salarios millonarios bajo la forma representativa "en comisión" y que son los que presionan por ejemplo para el pago del doble aguinaldo, sin tomar en cuenta que en la gran mayoría de empresas privadas las condiciones financieras no son las mejores en la presente gestión, en la que además se pagará sueldos y aguinaldos a esos sectores con los dineros del pueblo, administrados por el Estado, mientras que el ejército de los trabajadores informales se las ingenia para obtener algo así como aguinaldo, subiendo el precios de lo que vende o de los servicios que presta, al final también los recursos provienen del bolsillo de la minería de empleados seguros.
Si no hay empleos seguros, la búsqueda de ese beneficio colectivo lleva a muchas personas a "comprometerse partidariamente" para sacarle tajada a la administración pública y si no logra ese objetivo, la solución es arriesgar cierto capital y convertirse en trabajador "independiente", maneja su cuenta propia, gana como quiere y lo que al gobierno le conviene, es que este sector no hace problemas sociales, como los que generan los dirigentes de las minorías sindicalizadas, estas últimas que en lugar de preservar empleos, los ponen en riesgo al exigir que se cumplan medidas fuera de la realidad.
Cuando se analiza este movimiento del desempleo y se lo relaciona con estadísticas de países vecinos, resulta que el índice es el más bajo de la región, empero sin "desclasificar" lo que significa empleo formal, que es el mínimo y el informal que sobrepasa los límites de expectativa social, ya que se trata de esa forma de sobrevivencia con lo que tiene y puede, sin complicar al gobierno.
Si bien no hay un problema social de magnitud a la vista no es justo según los observadores y analistas que se permita la presión de sindicalistas exigiendo que las empresas que mantienen empleos seguros, los pongan en riesgo, ante la precariedad de su sostenimiento.
Fuente: La Patria
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